Castillo de Cihuela


El castillo está situado sobre un cerro que domina todo la localidad del mismo nombre, aprovechando la topografía del risco donde se encuentra ubicado. 

En 1437, tras varios años de luchas entre Castilla y Aragón, se firma la paz de Nápoles, por las que Deza, Cihuela, Ciria y Borovia retornan a manos castellanas, mientras que otras poblaciones pasaban a Aragón. En un documento de 1444 el rey de Castilla, Juan II, cita las poblaciones de Baza y Cihuela con sus castillos y fortalezas, pero es de imaginar un origen anterior. 

Según Eleuterio Carracedo Arroyo, en el Cartulario del Monasterio de Santa María de la Huerta de 1208-1210, García Luján recoge el nombre de Ciueruela, del que se podría relacionar con el latín Cibaria (víveres, alimentos). Por otro lado, Ciberia, y su diminutivo Ciberuela, contiene un significado de cereal. Sea como sea, el topónimo Cihuela se encuentra relacionado de alguna manera con la producción de cereal. 

La parte delantera del castillo, donde se sitúa la población, es la más accesible, aunque una vez terminan las casas, la pendiente se hace mucho más dura. Sin embargo, la parte trasera, es la más complicada para acceder, puesto que la misma roca forma una auténtica pared, que finaliza en el barranco de La Cerrada, desde donde emerge la ladera del Picarzo. En este barranco podemos apreciar varias de las moles de piedras que cayeron de la parte trasera del castillo, así como impresionantes rocas lamidas, huecos profundos y cascadas, vestigios del torrente de agua que en tiempos por allí bajaba. Este bastión es el clásico castillo roquero, las murallas se adaptan al terreno y aprovechan al máximo la topografía del lugar. 


En el lado norte estaba la puerta, que era de doble hoja, al lado de ésta, protegiéndola, en el cuchillo de la divisoria, había un tambor (pequeña torre vigía, con ventana abocinada cuya vista daba directamente a la puerta). Desde allí partía una muralla que llegaba hasta la punta sur, esta es la parte que mira hacia el pueblo. En la cara contraria a Cihuela se extiende un gran muro de roca a excepción de un pequeño trozo, en el lado sur, donde la roca ya no es tan escarpada y se levanta de nuevo otra muralla que va a enlazar con la anterior, formando una segunda divisoria. 

Es notable el espesor de los muros, están realizados en mampostería con piedra de enorme tamaño. La anchura entre estos es mínima, ya que apenas dejan sitio al tránsito de los rondadores. En cuanto a las almenas, son de punta de diamante prismáticas. Al mediodía, en la mitad del castillo, hubo un torreón prismático, que defendía ambos lados del castillo y que alcanzaba la vista de todo el término. El aljibe se situaba a la derecha del torreón, se ve que estaba excavado en la roca. 

Podemos decir que este castillo tuvo un piso superior, según podemos observar en los huecos que, ordenadamente, guardaban vigas de madera; por lo tanto, el castillo contaría con dos partes bien diferenciadas, una sería la parte norte, con la puerta y el torreón, que estaría al descubierto, y otra parte, en el lado sur, que estaría a resguardo. 


De las murallas, se conserva el ala trasera en su totalidad, y del ala delantera, aproximadamente un tercio de la que había, con un total de 16 almenas bien pronunciadas (siete de ellas más altas que las demás). Del torreón, sólo queda la base, aunque no es visible desde el exterior del castillo. 

De la entrada, queda todavía el tambor con la ventana abocinada, y un pequeño muro que ostenta cuatro almenas, adivinando el lugar donde estaba encuadrada la puerta. En la muralla delantera existen cuatro agujeros que rompen la limpieza del muro, sabemos que fueron ventanas, siendo agrandadas en su contorno por los franceses para apostar sus cañones en la Guerra de la Independencia. En el muro trasero nos queda una puerta que da al formidable paisaje del barranco.


FUENTE: www.castillosdelolvido.com 

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