San Antonio de Padua


Realizado hacia 1580, es un óleo sobre lienzo, de 104 X 79 cm. 

Esta es la única ocasión en la que el Greco representó a San Antonio de Padua, una de las grandes figuras de la espiritualidad franciscana. Aparece en primer término y en imagen de algo más de medio cuerpo, sosteniendo una rama de lirios o azucenas, y un libro abierto sobre cuyas páginas emerge una representación del Niño Jesús. Esta imagen, que haría alusión a la aparición milagrosa del Niño, se inscribe de forma bastante extraña en una suerte de medallón que fue incorporado más tardíamente a la pintura, como demuestra la radiografía de la obra. Hay que tener en cuenta además que la tela procede de un convento femenino, el de franciscanas de los Ángeles, en Madrid; las franciscanas siempre se han caracterizado por la devoción al Niño Jesús. El trazado piramidal, la corpulencia y sentido monumental de la figura, así como la construcción pictórica y el tipo de firma en mayúsculas son característicos del periodo inicial en España. La composición está relacionada con el modelo de San Benito. 


Fuente: Museo de El Prado

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