Retrato de un anciano de Luca Giordano
Realizado entre 1665 y 1670.
Óleo sobre lienzo, de 75 x 62 cm
Depósito en otra institución
Pintura de
difícil atribución, presenta complicaciones establecer su carácter y
cronología. Con ciertas dudas, se mantiene la atribución a Giordano. A pesar de que Giordano esconde aquí sus maneras más reconocibles,
algunos argumentos apuntan en esa dirección, como es su típica manera de
configurar las zonas oscuras, como las cuencas de los ojos, que juega con la
preparación negra que cubre parcialmente con pinceladas que configuran los
rasgos del rostro, o las pinceladas rojas de la muceta, venecianas, con líneas
largas y continuadas que marcan las crestas de los pliegues sobre un medio tono
que se oscurece en las zonas menos expuestas a la luz. Si aceptamos la paternidad
del napolitano, deberíamos situar su cronología en la década de 1660, momento
en el que se observan pinturas tratadas de forma semejante, como San Antonio de Padua. Sin embargo, los modelos estilísticos
no son riberescos, como en este último caso, ni tampoco rembrandtianos, como se
había supuesto. A este último le une una lejana identidad iconográfica,
dependiente de las estampas del holandés.
Aquí se
observa a Giordano después de su paso por Venecia, atento, como se afirma habitualmente, a Tiziano, pero sobre todo a los tenebrosi, concretamente
a Giovan Battista Langetti, con quien podría establecerse un
cierto paralelismo. Por esta razón, la cronología del cuadro debería
establecerse en la segunda mitad de la década de 1660, esto es, después de su
viaje a Venecia, donde trabajó al servicio de Agustín Fonseca,
destacado miembro de la firma Cortizos.
TEXTO: Web del Museo de El Prado
Ramón Martín
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