Bodegón con flores, copa de plata dorada, almendras, frutos secos, dulces, panecillos, vino y jarra de peltre


Realizado en 1611, es un óleo sobre tabla de 52 x 73 cm. 

Se ha afirmado a menudo que este cuadro forma parte de una serie de cuatro, todos ellos pertenecientes al Prado, pero probablemente no sea el caso. Las dimensiones de los cuatro cuadros son similares, pero no su procedencia. Esta obra y Mesa con mantel, salero, taza dorada, pastel, jarra, plato de porcelana con aceitunas y aves asadas son muy posiblemente las documentadas por primera vez en 1746 en el inventario de la Colección Real española. Allí permanecieron hasta su traslado al Prado. Los otros dos cuadros posiblemente son iguales a dos que se documentan en la Colección Real española en 1666. La sugerencia de que los cuatro cuadros del Prado representan los cuatro elementos o las cuatro estaciones proviene de la idea de que forman parte de una serie, pero, como ahora sabemos, no es el caso. Los inventarios reales muestran que este cuadro y Mesa con mantel, salero, taza dorada, pastel, jarra, plato de porcelana con aceitunas y aves asadas se colgaban juntos. Más allá de este hecho, no sabemos si fueron concebidos como una pareja. 

La composición de esta obra equilibra cuidadosamente dos principios. Los objetos aparecen colocados sobre la mesa en un orden aparentemente aleatorio. El objetivo de la artista era conseguir que la escena pareciese lo más real posible. Simultáneamente, la pintora ha trabajado para proporcionar una vista clara y frontal de todos los objetos. Esta paradójica combinación de intenciones es heredera de artistas de finales del siglo XVI como Joris Hoefnagel, que creó imágenes híbridas en las que los objetivos didácticos de las ilustraciones científicas se mezclaban con una aproximación más estética. Las flores de esta obra son un recuerdo más de la relación entre los cuadros de bodegones y las primeras ilustraciones científicas. Hacia 1550, los grabados de animales y plantas realizados con intención didáctica ya eran una especialidad de Amberes. Los pintores que realizaban bodegones a comienzos del siglo XVII en ocasiones utilizaron ese tipo de imágenes como fuente para sus obras. El narciso que corona el ramo de este cuadro es similar a una de las flores de un grabado de Adriaen Collaert realizado en la década de 1580; es posible que Peeters basara su flor en esta imagen. 

En la copa dorada y la jarra de peltre, ambas similares a recipientes que se ven en otras obras de Peeters, la artista pintó su autorretrato —tres veces en la copa y cuatro en la jarra. La abundancia de firmas y autorretratos reflejados en los cuadros de Peeters es una forma de afirmación que quizá se explique porque fuera mujer en una profesión dominada por hombres. Al pintarse a sí misma, también enfatizaba el ilusionismo de la obra: tenemos la sensación de que la vemos mientras pinta el cuadro. Además de los autorretratos, pintar reflejos era un desafío para el artista que ya formaba parte de la tradición artística del que hablaban numerosos escritos. Las superficies especulares y brillantes que vemos en este cuadro demuestran que Peeters aceptó el desafío con entusiasmo. La copa de vidrio a la veneciana (conocido como façon de Venise) del fondo es del tipo que los sopladores de vidrio italianos fabricaban en Amberes por aquella época. El vino tinto de la copa era importado, probablemente de Francia, Italia o España. El historiador danés Johannes Pontanus, que escribió en 1614 sobre los productos disponibles en Ámsterdam por aquel entonces, identificaba el vino, el aceite, la sal, las pasas y los higos como originarios de España. Las pasas de Málaga también se mencionan entre la carga de un barco que llegó a Dunkerque en febrero de 1598. En este cuadro, vemos estas frutas junto con almendras y barritas de azúcar en un frutero grande bianchi di Faenza, un tipo de loza fabricada en Faenza a finales del siglo XVI y principios del XVII. Curiosamente, existen cuencos muy similares en un bodegón de Juan van der Hamen pintado en España, y en otro de Roelof Koets, pintado probablemente en Haarlem. Parece ser que eran cuencos dignos de ser expuestos y representados. Higos secos, pasas, almendras y otros frutos secos sustituían a frutas como las manzanas, las peras o las cerezas como tentempiés de invierno. Las almendras también se utilizaban para hacer pasteles, púdines y muchos dulces. En el plato de peltre y a su alrededor vemos rosquillas, pretzels y barritas de azúcar. Uno de los pretzels con forma de anillo o lazo (en los Países Bajos se conocían como krakelingen) ha sido mordisqueado. Junto a los diminutos autorretratos, esto nos incita a pensar que alguien ha estado sentado a la mesa, contribuyendo a que la ilusión representada en el cuadro parezca real. Se ha afirmado que este bodegón representa el tema de la vanitas de forma implícita, pues el vino, las flores y los autorretratos pueden aludir a la fragilidad de la vida. Esta idea se basa en la noción de que la pintura de bodegones tiene siempre un significado simbólico oculto, idea que es imposible de confirmar. Es más probable que tanto la artista que realizó el cuadro como las personas que lo contemplaron se fijasen fundamentalmente en la maestría de la representación y en las asociaciones de los objetos representados con una alta posición social. 

En el reverso de la tabla aparecen grabadas las letras "RB", que pertenecen a un fabricante de tablas sin identificar; también se han encontrado en otros cuadros de Amberes de comienzos del siglo XVII. La imagen infrarroja del cuadro proporciona algunas pistas sobre los métodos de trabajo de Clara Peeters: una línea vertical dibujada a lápiz negro marca el eje vertical de la copa de plata dorada. Está situada en el centro exacto de la tabla. Otra línea similar cruza el plato de peltre de arriba abajo. En este caso, está ligeramente ladeada respecto al eje del plato; Peeters debió haber planeado originalmente situarlo un poco más a la izquierda. Estas líneas sirvieron como ayuda para pintar los diferentes objetos; se pueden observar líneas similares en otras de sus obras. Existe dibujo subyacente realizado a mano alzada en los contornos de la copa y también en el jarrón de flores. Algunos trazos son lo suficientemente regulares como para sugerir el uso de una plantilla o cualquier otro método mecánico. 


Fuente, Museo del Prado 
Imagen de WikipediA 

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