Chicos en la playa de Joaquín Sorolla y Bastida


Un trabajo de 1909. Es un óleo sobre lienzo, de 118 x 185 cm. 

    La serie de cuadros con motivos de niños en el agua culmina con esta obra, en la que los desnudos de los muchachos se imponen en la composición en mayor medida que en otra pintura del artista. Aunque está firmada en 1910 y, por ello, esa cronología se ha seguido de modo casi unánime, el artista debió de pintar la obra durante el verano de 1909, pues la imagen aparece ya reproducida en un libro de Rafael Doménech cuyo colofón explicita que se terminó de imprimir el 19 de diciembre de ese año. 

    La obra correspondería, pues, a la larga y fecunda estancia de Sorolla en Valencia de unos tres meses desde finales de junio hasta finales de septiembre , durante la que realizó varias obras maestras, entre ellas El baño del caballo. Ambas revelan una esencial fascinación mediterránea que el pintor quiso poner de manifiesto, en ambas obras, mediante la elección de un marco de pilastras toscanas con su entablamento liso. El motivo del desnudo infantil tendido al sol a su albedrío ya había interesado a Mariano Fortuny a Ignacio Pinazo, además de a Sargent, artistas todos apreciados por Sorolla. Como el primero, abordó el asunto a la orilla del mar en un riguroso primer término que evita la representación del horizonte pero, a diferencia de él, le interesó el movimiento de las aguas, convertido en puro motivo pictórico y, junto a ello, los destellos de la luz en el mar y en el cuerpo de los niños, los reflejos de las figuras de éstos en el agua y las sombras coloreadas proyectadas sobre la superficie líquida. El pintor había planteado este tema en algunas otras obras, con las que ésta del Prado tiene relación por aparecer en ellas cuerpos de muchachos desnudos tendidos en primer término. Ya en 1903 aparecen en Niños a la orilla del mar, pero allí se trataba de niños más pequeños, por lo que tiene mayor similitud con los desnudos de muchachos de varias obras de 1908, entre ellas Idilio en el mar, Sobre la arena ¿Idilio en la arena?, Niños en la playa y los desnudos tendidos en dos obras de composición más amplia, una de la Hispanic Society y otra en colección particular. Hay también varios dibujos de niños en posición horizontal que conserva el Museo Sorolla. Aún en 1916, el artista pintó otro cuadro titulado niños en la playa, con un desnudo tendido en la orilla del mar. A pesar del tamaño del lienzo, el artista pintó la obra del natural. 

    Con todo, consiguió plasmar sin estudio previo, no sólo la sensación de inmediata veracidad del asunto, sino también una composición de extremado equilibrio entre la actitud estática propia de los cuerpos tendidos y el dinamismo de su colocación relativa. En efecto, la escena muestra en primer término el muchacho con la cabeza más levantada, en disposición casi diagonal que introduce al espectador en el lienzo, lleva al segundo a través del rostro vuelto de éste y se aquieta en la actitud abandonada del tercer muchacho, tendido paralelamente al borde superior del lienzo. A esa gradación de las actitudes corporales, más relajadas cuanto más lejanas están las figuras, corresponde una intensidad también creciente del colorido de los cuerpos, desde el blanco con reflejos malvas del muchacho del primer término, de cabello rubio y piel más clara, al tono más tostado del segundo, de cabello castaño, hasta el rojizo broncíneo que presenta el del fondo. Los destellos de la luz traducen la intensidad también creciente hacia el último término con la que el sol incide sobre los cuerpos, gradualmente sumergidos en el agua. Así, en el primer muchacho, menos mojado, los brillos sobre la piel aparecen como empastes de color blanco mate; son más intensos y claros en el segundo, parcialmente sumergido, y muy luminosos en el del fondo, ya empapado de agua y completamente reluciente. El artista representó además el movimiento de las aguas en torno a los cuerpos, en amplísimas pinceladas de tonos turquesas, azules, violetas y malvas que ya había utilizado en obras con tema de nadadores, especialmente en las realizadas en Jávea en 1905. Reflejó también la pequeña depresión excavada por la resaca en la arena junto a los pies del muchacho del centro. Especial interés tiene la captación de la doble silueta que arrojan las figuras de los dos primeros chicos (en el tercero es menos visible) que corresponde, en la parte inferior, al reflejo sobre las aguas e, inmediatamente debajo de los cuerpos, a la sombra coloreada de éstos, en un tono violeta intenso directamente observado por el artista a la luz, de máxima intensidad, del mediodía valenciano.

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