Las Guerras Médicas - Esparta


Esparta no hizo caso al tratado de alianza que habían firmado con Creso, rey de Lidia, cuando los persas destruyeron este reinado. Lo mismo hicieron cuando Ciro aplastó la revuelta de las ciudades griegas de la Jonia, limitándose a observar la situación y a proferir vagas amenazas contra los persas. 

Pero Esparta se había erigido en Grecia como la mayor combatiente contra las tiranías. Buena prueba de ello fue la ayuda prestada a Atenas para derrocar al tirano Hippias, sin embargo los errores de Cleómenes, rey espartano autor de la gesta, pusieron en peligro la misma Liga al atacar los progresos de la nueva democracia ateniense. Esparta no favorecía las democracias, sino las oligarquías. 
Creso, rey de Lidia

En la primera expedición persa contra Grecia, fue Atenas la que libró en solitario la victoriosa batalla de Maratón, el 490 a.C., debido al retraso de las fuerzas enviadas por Esparta. Retraso que Esparta justificó por motivos religiosos y rituales. 

Al tener los griegos conocimiento de la segunda campaña persa, con unos efectivos muy considerables, se disponen a establecer una estrategia para contrarrestarla. El mando, tanto por tierra como por mar, recae en Esparta, por ser la mayor potencia militar del momento. Aunque pronto surgen disensiones entre los aliados. Los espartanos consideran que hay que hacer frente a los persas en el istmo de Corinto, para no alejar el grueso de su ejército del Peloponeso. Sin embargo, ante la presencia inminente de los persas, cedió a la voluntad de los aliados, aún a sabiendas que era empresa perdida. Leónidas se dispuso a defender el paso de las Termópilas 

De nuevo, aduciendo motivos religiosos, el número de espartanos fue muy reducido, solo trescientos,
Temistoclés
el resto eran aliados. El valor y la disciplina espartana quedaron de manifiesto, pero fueron insuficientes para detener al gran ejército persa. Leónidas y sus trescientos, sucumbieron en la empresa. 

Siguiendo la estrategia del ateniense Temístocles, el Atica fue abandonada, la batalla se planteó por mar, con una aplastante victoria en Salamina, mientras los peloponesios defendían el istmo. 

Una año más tarde, de nuevo los persas invadieron el Atica, y de nuevo los espartanos retrasaron su ayuda, a pesar de las insistentes peticiones de los atenienses. Solo cuando atisbaron intentos de firmar la paz con los persas, pusieron en marcha su ejército que, unido al ateniense, derroto a los invasores en Platea, el año 479 a.C. La posterior batalla naval de Micala y el castigo infligido a la ciudad de Tebas, por su alianza con los persas, concluyeron la guerra con victoria griega. 


Los años que siguieron a Platea, están marcados en Esparta por la figura de Pausanias, y por las revueltas de los aliados de la Liga del Peloponeso, periodo que Tucídides llama la Pentecontecía, y en el que Atenas aprovecha el éxito conseguido en las guerras médicas, creando la liga ático-délica, que le da predominio en toda Grecia y le lleva a una inevitable guerra contra Esparta. 

El estado lacedemonio, sin embargo, no supo aprovechar la victoria en las guerras médicas. De nuevo la situación interior determinaba su política exterior. Su estructura campesina y pastoril, junto al temor a las revueltas, dieron vía libre a Atenas para obtener todo tipo de beneficios. 

Llegada de Filípides tras la batalla de Maratón

En cuanto a Pausanias, trató de hacer su política particular, creando recelos tanto en Atenas como en Esparta. Activó una revuelta de ilotas, que le costó la muerte. No menos recelos les creó la política filodemocrática de Temístocles, el estratega ateniense en el Peloponeso, y que marca, junto con la reconstrucción de las Murallas de Atenas (Muros Largos), el comienzo de los roces entre los dos estados. Ni siquiera la ayuda prestada por Atenas a Esparta en la revuelta de los ilotas de 464 a.C. pudo subsanar estas diferencias.

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