Marina de Guerra de los siglos XVIII y XIX: La estrategia napoleónica


Napoleón insistía en su proyecto de invasión de Inglaterra, pero con los medios de que podía disponer, era prácticamente imposible, ya que las escuadras francesas estaban bloqueadas, por las inglesas en sus bases. Contaban en el Canal de la Mancha, con una escuadra al mando de Keth, con 21 navíos y 22 fragatas, que se podían unir con los 33 navíos, aparte de fragatas, que al mando de Cornwallis, bloqueaban Brest., efectivos que aún se podían ver aumentados con las escuadra de Nelson que bloqueaba Tolón, más los que vigilaban el Estrecho de Gibraltar y otros repartidos por todos los mares.

Astillero de Rochefort en la actualidad

En un principio Napoleón preveía, el 2 de julio de 1804, que saliera la escuadra de Tolón, desbloqueara a las de Rochefort y Cherburgo, y juntas hicieran lo propio con la de Brest, dirigiéndose a continuación todas juntas hacia el Canal, para permitir el paso del convoy. Pero aún así, el número de efectivos sería inferior a los que podrían reunir sus enemigos. Era necesario crear algo que dispersara una parte de los efectivos ingleses, nace así el plan del 2 de septiembre de 1804.

La operación era bastante compleja, veamos: Una división compuesta por diez navíos, saldría de Tolón, al mando de Villeneuve, recogería un navío refugiado en Cádiz, y cruzaría el Atlántico, en dirección al Caribe, donde se reuniría con otra división salida de Rochefort, con seis navíos al mando de Missiessy, reforzarían Martinica y reconquistarían Santa Lucia y Santo Domingo. Con lo que atraerían a fuerzas británicas. Para complicar más las cosas al enemigo, otra división, salida también de Tolón, tomaría Santa Elena y atacaría Senegal. Atraídos los ingleses al Caribe, Villeneuve y Missiessy, navegarían a todo trapo para desbloquear la flota bloqueada en Ferrol, y junto a los navíos que hubieran podido alistar en Rochefort, partirían hacia el Canal. Así la escuadra de Brest, al mando de Ganteaume, con 22 navíos y 18.000 hombres, arribaría a Irlanda, provocando su rebelión. Hecho lo cual Ganteaume se reuniría con Villeneuve, en el Canal. 

El plan era muy bonito sobre una mesa de movimientos, pero era muy complejo coordinar tres flotas. No solo eso, para complicar más las cosas, las ordenes para Ganteaume fueron interceptadas por los ingleses, por lo que hubo que renunciar a este nuevo plan.. Se decidió, no obstante, continuar con la parte correspondiente a Villeneuve y Missiessy, que sorprendieron a Nelson en Cerdeña, que había partido, confundido por los informes que recibía, a buscar a los franceses en Alejandría.

Martinica: Catedral de Saint Pierre
Una vez más el tiempo se alió con los ingleses, Villeneuve sufrió un temporal que le hizo regresar a puerto con múltiples averías, esto echó a perder, de nuevo el plan. Pero el Emperador, no estaba dispuesto a quedarse sin hacer nada, e inmediatamente ideó otra variante de su plan: Ganteaume ahora no se dirigiría a Irlanda, aprovechando la alianza española, pondría proa a Ferrol, donde recogería los navíos franceses y españoles que se hubieran alistado, y se dirigiría a Martinica.

Martinica sería el punto de reunión con Missiessy, ya en ruta, y con Villeneuve, que saldría de Tolón, recogería en Cádiz el navío francés y los españoles que estuviesen preparados y se dirigiría a la isla caribeña. Una vez allí todos, harían el mayor mal posible y se dirigirían rápidamente a aguas europeas, asegurando así el paso del ejército de invasión.

El plan era, verdaderamente, bueno; pero las flotas tenían que hacer una doble travesía del Atlántico, lo cual traía consigo cansancio en las tripulaciones y deterioro en los buques. Además Napoleón no confiaba en sus almirantes, por lo que en ningún momento les comunicó el plan en conjunto, no fuera que alguno fuese derrotado y les contara a los ingleses el plan previsto. También demostró un injustificado desprecio por los almirantes ingleses; si había vencido a sus generales en tierra, podía vencer a sus almirantes en el mar. A esto hemos de agregar que Napoleón plasmaba sus órdenes, a menudo, en simples papeles, con una mezcla de francés y corso. Pero tenía el perfecto complemento en su jefe de estado mayor Berthier, capaz de descifrar esas notas y convertirlas en un magnifico plan de batalla. Pero eso era en tierra, en mar, Decrés, su ministro de Marina, solo conseguía empeorar las cosas.

Cerdeña: Vista de los islotes
A pesar de todas las objeciones puestas, el plan estuvo a punto de salir bien.

Villeneuve, tras el fracaso anterior, estaba decepcionado por la impericia de sus dotaciones, así como de los malos pertrechos de sus navíos. No deseaba ni el mando, ni participar en una nueva aventura, y así se lo manifestó por carta a Decrés. Pero Napoleón estaba decidido y le dio el mando de la expedición. Una vez hechas las reparaciones oportunas, salió de nuevo Villeneuve el 29 de marzo con su insignia ondeando en el Bucentaure, con diez navíos más, cuatro fragatas y dos bergantines. Nelson de nuevo mal informado, se dirigió a Nápoles, mientras Villeneuve llegaba a Cartagena el 7 de abril, zarpando seguidamente hacia Cádiz. En el estrecho se encontró con la división de John Orde, con cinco navíos, el cuál al ver su inferioridad, se batió en retirada. Este Orde era enemigo acérrimo de Nelson, desde que Jervis puso por delante en el mando de la escuadra que luchó en Abukir, a Nelson, a pesar de ser superior en antigüedad y grado.

Bucentaure
A la llegada de Villeneuve a Cádiz se encontró con Gravina, que izaba su insignia en el Santísima Trinidad, pero ante la impaciencia por partir del almirante francés, y que el navío no estaba preparado, paso su insignia al Argonauta y ordenó que se le incorporaran los San Rafael, Terrible, Firme, España y América, más la fragata Magdalena y el navío francés Aigle. Villeneuve estaba convencido de que Nelson le venía pisando los talones, por lo que ordenó zarpar a las tres de la madrugada del día 10. Pero aquellas prisas estaban injustificadas. La expedición, tras una travesía sin problemas, arribó a Fort Royal, el 14 de mayo, adonde había llegado el día antes, la división de Vázquez Mondragón.

Pero la esperada reunión con Missiessy había fallado, pues este tras esperar inútilmente a Villeneuve, había zarpado de vuelta a Francia a finales de marzo. En realidad sus órdenes eran, atacar las islas de Dominica y Santa Lucía, mientras esperaba a Villeneuve, y si pasadas seis semanas, este no aparecía, regresar a Francia, no sin antes reforzar con las tropas Martinica, Guadalupe y Santo Domingo.

Al enterarse Napoleón, del regreso de Missiessy, montó en cólera, aunque la culpa era únicamente suya. Mientras Villeneuve, sabiendo que su reunión con Missiessy era imposible, pero teniendo que esperar a Ganteaume, dejó correr el tiempo plácidamente. Los mandos franceses de la zona y Gravina le insistían en la conquista de Trinidad, pero Villeneuve, insistía a su vez, en su inacción. Tras mucha insistencia consintió en la conquista del islote del Diamante. Pero mientras se llevaba a cabo esa limitada operación, llegó con importantes despachos de Decrés y de Napoleón, la fragata Didon. Las noticias eran las siguientes:

Islote del Diamante

La escuadra de Ganteaume no había podido salir de Brest, por tanto se ordenaba a Villeneuve que esperara durante 35 días, a partir de la llegada del contralmirante Magon. Durante este tiempo, Villeneuve tenía que desembarcar tropas y reforzar con ellas las guarniciones de Martinica, Guadalupe, Dominica y Santa Lucia.

Como la salida de Ganteaume era casi imposible, Napoleón hizo otro cambio en sus planes: Villeneuve zarparía con sus 20 navíos y 8 fragatas rumbo a Ferrol, desbloquearía allí a los buques españoles y franceses, iría luego a Brest, y haría lo mismo; y así con unos 60 navíos se encontraría en Boulogne con el Emperador y su ejército. Tanto Decrés como Napoleón le insistieron para que comunicara estas nuevas órdenes a Gravina, cosa que hizo. Por fin salió de su apatía zarpando el 5 de junio.

En plena navegación, el día 8 de junio, toparon con un convoy inglés de 15 mercantes, escoltados por la fragata Barbada, al mando del capitán de navío Nourse, jefe del convoy, y de la goleta Nelley. Las dos escoltas y un mercante lograron escapar, apresando a los catorce mercantes restantes. Interrogadas los prisioneros ingleses, se descubrió que Nelson estaba por aquellas aguas. Villeneuve, impresionado, se olvidó de la cita con Ganteaume y zarpó inmediatamente hacia Ferrol.

Nelson llegó a Barbada el 4 de junio, dio órdenes de salir el convoy mencionado y partió en busca de su enemigo. De nuevo se volvió a equivocar, pensando que los españoles se dirigirían a La Habana, y que Villeneuve se dirigía a Tolón. Obsesionado con la persecución se dirigió a San Vicente, mientras Villeneuve lo hacía a Ferrol, perdiendo así cualquier posibilidad de encontrarle.

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