Apolo y Dafne

Nacido en Nápoles, el 7 de diciembre de 1598 y fallecido en Roma, el 28 de noviembre de 1680. Su vida es una continua sucesión de éxitos, llegando a imponer una autentica dictadura artística en Roma, la ciudad que se había convertido, a lo largo del siglo XVII, en el centro de la vanguardia artística. Bernini destacó por sus obras escultóricas y arquitectónicas, aunque practicó la pintura, destacando en el retrato, si bien en menor medida que las anteriores. Favorito de casi todos los papas, creó para ellos y para la nobleza ­romana grandiosos montajes escenográficos, y llegó a componer él mismo el texto y la música de algunos de ellos. Su estilo retórico y grandilocuente se convirtió en la definición de una de las poéticas más fecundas e influyentes del barroco. 


El conjunto escultórico es obra del escultor y arquitecto Gianlorenzo Bernini. Aun siendo una de las obras de juventud ya se puede observar en ella la maestría de este artista en el campo escultórico. La obra, de bulto redondo, que hoy en día se conserva en la galería Borghese de Roma, fue realizada en mármol blanco para los jardines de la villa de recreo del cardenal Scipione Borghese. 

El tema procede de las Metamorfosis de Ovidio: Apolo, dios del sol y de la música, se consideraba a sí mismo un gran cazador. Movido por la soberbia se atrevió a burlarse del joven Eros, dios del amor, por jugar con un arco y una flecha siendo tan niño. Como venganza Eros le lanzó a Apolo una flecha dorada que enamoró locamente al dios de la ninfa Dafne, sin embargo ésta fue herida por Eros con una flecha de plomo que hizo florecer en la ninfa el desdén y horror hacia Apolo. Apolo, locamente enamorado de la joven corrió tras ella, a la vez que ésta huía despavorida. Cuando la joven ya no pudo más pidió auxilio a su padre, el río Peneo de Tesalia. Tan pronto como Dafne terminó su plegaria sus extremidades se entorpecieron y comenzó a brotar por todo su cuerpo una fina corteza convirtiéndose en laurel. Apolo terriblemente desolado, se abrazó al árbol y juró convertirlo en su árbol predilecto y coronar la cabeza de aquellos que salieran victoriosos de cualquier lance con sus ramas.

El dramatismo, la expresividad y dinamismo, típicas de la estatuaria barroca, son una constante en esta obra. Bernini escoge el preciso momento en que Apolo da alcance a Dafne y ésta comienza a convertirse en laurel. El dramatismo del momento se aprecia en los rostros de los personajes: Dafne horrorizada ante lo que le está pasando y Apolo estupefacto, no puede creer lo que ven sus ojos. Es el culmen de la expresividad. Se aprecia el movimiento en acto, es decir, la capacidad que tiene el autor para captar un momento determinado, tan característico de muchas obras de este escultor barroco.

Bernini introduce una composición abierta con una gran línea diagonal que confiere movimiento y dinamismo a todo el conjunto, ropajes ondeando, cabellos volados… En la obra la inestabilidad está presente a través de líneas curvas y paralelas como la que describen los cuerpos de Dafne y Apolo.

La influencia de la estatuaria clásica se puede apreciar en el canon clásico de siete cabezas y media o en la influencia del Apolo Belvedere atribuido a Leocares. El virtuosismo con el que es tratado el material destaca tanto en los pliegues de los ropajes que cubren en cuerpo de Apolo como en los cabellos y sobre todo en las ramas de laurel que brotan de los brazos de Dafne.

La obra adquiere un importante tratamiento volumétrico con distintos puntos de vista que permiten al espectador observar diferentes detalles a medida que rodea la escultura, así vista la escultura desde la espalda de Apolo, la figura de Dafne parece casi oculta y tan sólo se aprecia el incipiente árbol. Este recurso también es desarrollado en otras obras de Bernini como por ejemplo El rapto de Proserpina.

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