Goto Muñoz, esposa de Sancho Ordóñez

Iglesia de Santa María 

También es conocida como Gotona, Gudo y Goto Núñez. Era hija del conde gallego Munio Gutiérrez, perteneciente a la alta nobleza gallega. No se conocen datos de su nacimiento, ni su infancia, como tampoco la fecha del matrimonio con Sancho Ordóñez. Tras la muerte de Fruela II, los hijos de éste y de Ordoño II rivalizan por el poder en la corte de León. Cuando Alfonso IV es coronado rey de León en el 926, Sancho Ordóñez es nombrado rey en Galicia, aunque bajo la égida de su hermano. 

El nombre de la reina Goto aparece en numerosos documentos junto a su esposo en la documentación del monasterio de Celanova entre los años 926 y 929. No consta que el matrimonio tuviera descendencia. 

Tras la muerte de su esposo (929), el cadáver del rey Sancho Ordóñez recibió sepultura en el monasterio dúplice de Castrelo de Miño, de Orense. Allí mismo profesó como religiosa su viuda. 

Según se desprende de una donación realizada por el rey Ramiro II de León a dicho monasterio en el año 947, la reina Goto era en esas fechas abadesa del cenobio. Su última aparición documental es del año 964, haciendo una donación al monasterio de San Vicente de Pombeiro (Pantón, Lugo) y donde se expresa como Goto reina, hija de Munio, y confesa


Las oraciones de la reina Goto Muñoz y el milagro del traje de piel 

Cuenta Enrique Flórez que, estando la reina Goto ya consagrada en el monasterio de Castrelo do Miño, hizo muchas oraciones por el alma de su marido. En una ocasión el rey Sancho Ordóñez se le apareció mientras dormía. Sancho estaba atado con dos cadenas y acompañado de dos diablos que le atormentaban. El rey muerto pidió a su esposa que siguiera orando por él y que además ayunara y diera limosnas durante cuarenta días. 

Pasado ese tiempo, Sancho se volvió a aparecer pero libre de los demonios y vestido con una túnica blanca y un vestido de piel que Goto había dado como limosna a un sacerdote pobre. La reina Goto, llena de alegría, quiso abrazar a la aparición, pero al punto desapareció aunque en sus manos quedó un fragmento del traje de piel que vestía la aparición del rey Sancho. Este trozo de piel fue llevado a San Esteban de Ribas de Sil y allí se comprobó que faltaba esta porción a la piel que la reina Goto había donado al sacerdote pobre y se tuvo por un hecho milagroso.

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