Las Ciudades españolas más antiguas


Cádiz: 1104 a.C.

En España no se empezó la casa por el tejado sino desde bien abajo, al sur de la Península Ibérica con la ciudad de Cádiz en Andalucía. La primera ciudad española fue fundada por fenicios provenientes de Tiro, actualmente en el Líbano. Su nombre original fue Gadir, que en fenicio significa “fortaleza” o “recinto amurallado”. Cádiz fue su base para comerciar con ámbar y más tarde fue un enclave naval estratégico para los romanos. Sin embargo, la fama le llegó a la ciudad gracias a Colón, que emprendió su viaje a las Américas cerca de su puerto. Aunque nosotros recomendamos ir por su manzanilla y las tortillitas de camarones.



Huelva: siglo X a.C.

Viajando unos kilómetros hacia el oeste llegamos a Huelva, la segunda ciudad más antigua. Este asentamiento fenicio y tartesio recibía el nombre de Onuba, de ahí que el gentilicio de sus gentes sea onubenses. Sin embargo, con la conquista árabe pasó a llamarse Walbah, que ya se parece más a su nombre actual. Hoy en día, los turistas se acercan a disfrutar de un atardecer en el muelle del río Tinto o a probar el famosísimo jamón de Huelva, pero lo que hacía tan atractiva la ciudad hace 3.000 años eran sus depósitos de minerales.



Sevilla: siglo X a.C.

Sin movernos de Andalucía, de Huelva, nos trasladamos hacia el interior para llegar a Sevilla, tercera ciudad española en antigüedad. Fue fundada por los fenicios y llamada Ispal. Más tarde, el propio emperador Julio César la llamaría “Colonia Iulia Romula Hispalis”. Hispalis pasó a ser Ishbiliya con la conquista árabe y de ahí, Sevilla. Esta ciudad tiene el casco antiguo más grande de nuestro país y la ciudad más visitada después de Barcelona y Madrid. Los turistas acuden a ver la Giralda y la Torre del Oro a la ciudad en la que se han ambientado más de 150 óperas y ha visto nacer el flamenco y las sevillanas.



Málaga: siglo VIII a.C.

A medida que pasaron los siglos, las ciudades españolas de nueva fundación fueron apareciendo hacia el este de la actual comunidad de Andalucía. Málaga fue también fundada por los fenicios como Malaka, nombre que conservaron los romanos como Malaca. El Reino de Castilla la hizo suya en 1487. Si te atrae la ciudad que vio nacer a Pablo Picasso, no olvides darte un paseo por la Calle Larios, subir al Castillo de Gibralfaro y comer un pescaíto frito en el barrio de Pedregalejo.



Granada: siglo VII a.C.

Siguiendo la ruta andaluza hacia el este llegamos a Granada, que fue en sus inicios un asentamiento íbero. Desde entonces ha sido poblada por los romanos, los visigodos y, durante unos 700 años, los árabes. Estos últimos construyeron los Jardines del Generalife y su famosa Alhambra, el monumento histórico más visitado de toda España. Granada fue el último reino español en ser recuperado por la Reconquista cristiana en 1492 y es, por tanto, la ciudad con mayor influencia árabe.



Lleida: siglo VI a.C.

Aunque se considera que hubo asentamientos en la zona desde la Edad del Bronce, la ciudad en sí tiene su origen con los íberos que la llamaron Iltirta. Más tarde, se convirtió en Ilerda con los romanos y el emperador Augusto le otorgó la condición de municipio. Lleida es quizás la capital de provincia más escondida de Cataluña y la más alejada del mar. Podríamos pasarnos días explorando la ciudad y es especialmente indicada para los aventureros gastronómicos que quieran probar los mejores caracoles de la península en el famoso Aplec del Cargol.



Ávila: siglo V a.C.

A lo largo de los siglos, España ha visto enfrentamientos entre varias civilizaciones: íberos, celtas, romanos, godos, visigodos, judíos y musulmanes. No es de extrañar que algunas de sus ciudades más antiguas estén amuralladas. En el caso de Ávila, fueron los romanos los que levantaron los primeros muros. Siempre en competencia con Segovia por el turismo, Ávila vale la pena por sus murallas y su arquitectura medieval. También por el chuletón, las patatas revolconas, las judías del Barco, el hornazo (bollo relleno de chorizo) y las yemas de Santa Teresa. ¡A Ávila hay que ir con bien de hambre!



Gijón: siglo V a.C.

La ciudad de Gijón tiene su origen en una fortificación romana llamada Gegionemque se convirtió en un puerto importante en las rutas marítimas del mar cantábrico. Con sus espléndidas playas para los valientes sin frío (la mejor y preferida por los turistas, sin duda, la Playa de San Lorenzo) es uno de los mejores lugares del norte para pasar unas atípicas vacaciones en la costa. La ciudad también puede presumir de ruinas romanas incluyendo los Baños Romanos del Campo de Valdés y un museo arqueológico.



Tarragona: siglo V a.C.

Esta ciudad catalana fue fundada por los íberos pero fueron los romanos los que la bautizaron como Tarraco y la hicieron grande. Tarragona se convirtió en una base de abastecimiento durante las guerras contra los celtíberos y las famosas guerras púnicas. Bajo el dominio del emperador Augusto, la ciudad se convirtió en la capital de una provincia llamada Hispania Tarraconensis. Hoy en día, además de ruinas romanas, vale la pena acercarse a la Costa Dorada para disfrutar de un vermut y ver una jornada de Castells durante las fiestas de Santa Tecla en septiembre.



Alicante: 324 a.C.

Su nombre proviene del griego Akra Leuké que significa “promontorio blanco”. Fueron los colonos griegos las que la tomaron como referencia marítima y ciudad de comercio. A día de hoy, Alicante es una ciudad inundada por el turismo gracias a sus monumentos históricos, su paseo marítimo y sus playas. Las mejores vistas se consiguen desde el Castillo de Santa Bárbara (construido en el siglo XVI) y las mejores fiestas las encontrarás durante las celebraciones de la noche de San Juan que en Alicante suben a otro nivel con sus hogueras y fuegos artificiales hasta el amanecer.


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