Niña con una muñeca de Ignacio Pinazo Camarlench


Realizado hacia 1890. Óleo sobre lienzo, de 69,5 X 51 cm.


El niño se convierte en protagonista de retratos que derivan hacia las escenas de género de ambientación doméstica que apelan a los sentimientos, pero sin caer en el sentimentalismo del gusto de la época, tan dado a valorar la visión doméstica de la vida y el papel primordial de la familia en la historia. En esta serie se podría encuadrar Niña con muñeca, un retrato infantil de atmósfera intimista, familiar, que presenta a la niña sentada en un sofá con sus juguetes, sometido a un encuadre casi fotográfico, desde un punto de vista algo elevado. 

La pantalla del primer término hace de elemento referencial de un ambiente y a la vez subraya un tipo de perspectiva y encuadre no convencionales. La factura espontánea del sofá y el resto de elementos, junto con la vaporosidad del vestido, hacen centrar la atención en la expresión del rostro infantil más trabajado. Se expresa magistralmente en esta niña la sensualidad, candidez e inocencia infantiles, pero además se consigue que transmita una gran serenidad que encuentra su correspondencia en el suave cromatismo utilizado. 

Goya cede ante Velázquez como maestro de Pinazo en este retrato que nada tiene que envidiar a los mejores maestros franceses; pero la obra también induce a pensar hasta que punto podía Pinazo conocer la obra de Manet o qué referencias tenía a través de su amigo Emilio Sala, aunque Rosales podía bastarle en ese sentido. Pinazo refleja la curiosidad y la mirada circunstancial de la niña que mira al pintor como expectante y al tiempo consciente de que éste la inmortaliza. Sala y Sorolla pintaron retratos de niñas con muñecas, y también John Singer Sargent, en cuyo cuadro Las hijas de Edward Darley Boit hizo del retrato infantil de espíritu velazqueño una composición enigmática.

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