La batalla de Wad-Rass

Óleo sobre papel pegado en cartón, de 54 X 185 cm.
Pintada entre 1860 y 1861. La Diputación de Barcelona comisionó a Fortuny, el 10 de enero de 1860 para que viajara a Marruecos como cronista gráfico de la guerra de África, en la que tuvo un especial protagonismo el batallón de voluntarios catalanes que la propia Diputación había reclutado, al mando del general Juan Prim y Prats. Este encargo, que tenía como objetivo la realización de una serie de cuadros para decorar el Salón de Consejos del Palacio de la Diputación, supuso para Fortuny el descubrimiento de África y el mundo árabe.
A los pocos días de llegar a Marruecos Fortuny pudo ser testigo directo de la batalla de Wad-Ras, que tuvo lugar el 23 de marzo de 1860 en el valle del mismo nombre, en el camino de Tetuán a Tánger. Esta batalla sería uno de los episodios más célebres de la contienda, al ser el último encuentro bélico de esta guerra hispano-marroquí, protagonizado por las tropas regulares al mando de los generales Rafael Echagüe y Antonio Ros de Olano, junto a los voluntarios catalanes capitaneados por Prim. La derrota marroquí en esta batalla forzó la solicitud de conversaciones de paz, que culminarían en el armisticio firmado entre Muley-al-Abbas y el general O`Donnell, que pondría fin a la guerra.
Durante los meses de su estancia en Marruecos, Fortuny realizaría gran cantidad de apuntes y croquis dibujados del natural de éste y otros episodios bélicos, que presentaría a la Diputación de Barcelona a su vuelta, el 4 de junio de 1860, comenzando a pintar este espléndido boceto que guarda el Prado tras su regreso a Roma, poco después. El escenario natural de la batalla se despliega en un paisaje abierto, de una marcada horizontalidad panorámica, en una gran llanura junto al río en que se ubica geográficamente el episodio bélico. En esta gran planicie tiene lugar la lucha entre ambos ejércitos, a lo largo de un frente dispuesto en toda su longitud, en una composición de gran elegancia. Debido a su carácter de boceto y a pesar de su temprana fecha, el cuadro presenta la técnica más vibrante y jugosa de Fortuny, a través de una desenvoltura pictórica que no descuida la descripción atenta de las figuras, entre las que se encuentran algunos de los fragmentos más frescos y vigorosos de sus escenas de acción.

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