Manuel García Prieto. 112º Presidente interino en 1912, 117º Presidente en 1917, 119º en 1917-1918, 121º en 1918, y 131 en 1922-1923.

Durante el reinado de Alfonso XIII (1902-1931), decimoquinto Presidente interino del Consejo de Ministros desde el 12 de noviembre al 14 de noviembre de 1912; vigésimo Presidente desde el 19 de abril al 11 de junio de 1917; vigesimosegundo desde el 3 de noviembre de 1917 al 22 de marzo de 1918; vigesimocuarto desde el 19 de noviembre al 5 de diciembre de 1918; y Trigésimocuarto desde el 7 de diciembre de 1922 al 15 de septiembre de 1823.





Nacido en Astorga, el 5 de noviembre de 1859. Tras concluir sus estudios de derecho, ingresó en el Cuerpo Jurídico Militar, que abandonaría para dedicarse de lleno a la práctica de la abogacía. Trabajó en el bufete del liberal Eugenio Montero Ríos, con el que estaba unido por profundos lazos de amistad, ideología e incluso familiares, ya que se casó con una hija de éste.

    Su primera incursión en la política data de 1888, cuando consiguió un acta de diputado por Astorga. Su relevancia fue creciendo paulatinamente hasta 1897, año en que fue nombrado subsecretario de lo contencioso del Estado, y después subsecretario de Ultramar. A la muerte de Práxedes Mateo-Sagasta, la jefatura del Partido Liberal recayó en Montero Ríos, y cuando en 1905 éste formó gobierno, García Prieto ocupó el ministerio de la Gobernación, cargo que abandonó en diciembre del mismo año para hacerse cargo de la cartera de Justicia en el gabinete de Segismundo Moret.

    A su paso por Justicia, creó las colonias penitenciarias de la Escuela de Criminología y reformó el Tribunal Supremo. Al año siguiente dimitió de su cargo por no prevalecer en el Consejo de Ministros su opinión contraria a la Ley de Jurisdicciones. En el año 1906 volvió a ocupar un ministerio, el de Fomento, bajo el gobierno del general López Domínguez, cargo que repitió en 1910, con José Canalejas como presidente.

    En esta nueva etapa, llevó a cabo en 1911 las negociaciones y forma del Tratado Hispano-Marroquí, por el que se estableció el protectorado español sobre parte del territorio de Marruecos, además de ultimar otro tratado con Francia en 1912, por el que ambos países se repartieron sus respectivas áreas de influencia sobre el país magrebí. Como reconocimiento a su destacada labor diplomática, García Prieto recibió el título de marqués de Alhucemas y la dignidad de Grande de España. También consiguió que las repúblicas hispanoamericanas estuvieran representadas en el Tribunal Interior de Justicia, con sede en La Haya. Tras el asesinato de Canalejas, García Prieto ocupó dos días, de forma transitoria, la presidencia del gobierno.

    En 1913 se produjo una escisión en el seno del Partido Liberal. García Prieto quedó como jefe del sector heredero de la política de Sagasta, y creó el Partido Liberal Democrático, en oposición a la otra facción, encabezada por el conde de Romanones. Al comenzar la I Guerra Mundial, García Prieto fue partidario de la no beligerancia. Ese mismo año fue elegido presidente del Senado y reagrupó nuevamente en su partido a todas las fuerzas liberales. En el año 1917 formó gobierno, que duró poco tiempo por la decidida oposición que encontró en las Juntas de Defensa.

    En noviembre de ese mismo año, tras la crisis de octubre del gabinete de Eduardo Dato, formó un nuevo gobierno que fue realmente el primero de concentración de la monarquía alfonsina. En mayo de 1918 se produjo una nueva crisis gubernamental y fue sustituido en la presidencia por Antonio Maura; García Prieto pasó a ocupar la cartera de Gobernación. Nuevamente, formó gobierno durante una breve etapa de transición, de noviembre a diciembre de 1918, que se descompuso por el problema provocado por el controvertido Proyecto de las Mancomunidades.

    Después del desastre de Annual, en 1921 y de la agitación que suscitó la discusión sobre en quién debían recaer las responsabilidades, formó su último gobierno en 1922. Al año siguiente, cuando era ya inminente el golpe de Estado del general Primo de Rivera, García Prieto hizo todo lo posible por evitarlo recabando el apoyo de las capitanías generales, aunque solo pudo contar con la de Valencia, mandada por el general Zabala.

    Como último recurso, García Prieto solicitó la ayuda del prestigioso general Valeriano Weyler, que se hallaba descansando en Mallorca. Weyler aceptó el encargo de hacerse con la Capitanía General de Cataluña y destituir a Primo de Rivera, pero cuando quiso intervenir, éste ya había dado el golpe de Estado, haciéndose con las riendas del país. Durante la dictadura de Primo de Rivera, vivió retirado de la política activa, a la que volvió en el último gobierno de la monarquía en 1931, presidido por el almirante Juan Bautista Aznar, desempeñando la cartera de Gracia y Justicia. Murió en San Sebastián el 8 de marzo de 1938.



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