Real Convento de San Pascual en Aranjuez


Fundado en 1683 por don Juan Tomás Enríquez de Cabrera, Almirante de Castilla, duque de Medina de Rioseco y miembro del Consejo de Estado de Carlos II. Este convento, de estilo barroco y originalmente de religiosas franciscanas descalzas de San Pedro de Alcántara, Hizo traer las monjas fundadoras desde el convento de Almonacid de Zorita (Guadalajara) y convirtió en iglesia, su teatro palaciego, enriqueciendo el templo con una excelente colección de pintura de maestros notables. Cuenta la leyenda que cuando la beata María Ana de Jesús pasó por aquí soltó una de sus famosas profecías: "Aquí se representarán diversas comedias". Que se cumplió, pues fue teatro en el palacio del Almirante, quien posteriormente fundaría el convento. Fue dedicado a nuestra Señora de la Concepción y a San Pascual, aunque se le conoce como San Pascual Bailón.


En 1836, durante la desamortización de Mendizábal, el convento fue suprimido y convertido en un almacén de maderas, con lo que las religiosas tuvieron que trasladarse a las Descalzas Reales hasta que en 1852, el entonces duque de Medina de Rioseco, Mariano Téllez Girón Beaufort, quien también era duque de Osuna, reclamó la posesión del convento por derecho de reversión, con lo que las religiosas volvieron a trasladarse a su antiguo edificio. 

Nada queda ya del edificio original, ya que en 1861, y debido a las obras de ampliación del paseo de Recoletos, parte del terreno del convento fue expropiado por el Ayuntamiento, lo que provocó su demolición. A partir de 1866, y según un proyecto del arquitecto Juan J. Urquijo, se construyó el edificio actual, que poco después volvieron a habitar las religiosas.

En 1940, tras la guerra civil, se restauró el edificio para solventar los daños sufridos. En 1953 se sustituyó parte del forjado de la cubierta y en 1980 se restauró el interior, incluidos retablos y pinturas, y se pintó la fachada.

Los edificios se sitúan en el extremo septentrional del casco urbano y es una construcción que ha sufrido múltiples transformaciones, convertido en cuartel de la milicia y posteriormente en Cuartel de la Guardia Civil. El edificio en líneas generales consta de dos crujías en escuadra con parámetro construido con diversos materiales y distintos tipos de vanos, donde no faltan los arcos de medio punto.

El conjunto se completa con la Iglesia. La fachada de la iglesia es convenientemente austera, como corresponde a un templo de la orden franciscana, y está adosada al lado izquierdo del edificio: La planta, de cruz latina, consiste en una nave única de tres tramos, con capillas hornacinas entre los contrafuertes, y cubierta por una bóveda de medio cañón con arcos fajones y lunetos, corriendo un entablamento por su arranque; una bóveda de media naranja sobre la cabecera, de frente recto lo hace con un medio cañón con lunetos. La cúpula coronada con lucernario se apoya sobre pechinas y remata el crucero.

El crucero se remata con una cúpula con tambor sobre pechinas decoradas con frescos y molduraciones. En el presbiterio se alza un imponente retablo mayor junto a un altar de mármoles y bronces donde descansa un bello tabernáculo. El retablo neoclásico es de madera imitando mármol, está decorado con columnas toscanas de estuco imitando jaspe verde, y rematado por un frontón partido que alberga un magnífico lienzo de Antón Rafael Mengs que representa a San Pascual Baylón. Sobre él se emplaza una imagen de la Inmaculada. En su origen contó con obras de diversos autores, entre ellos Giovanni Battista Tiepolo, muchas de cuyas pinturas se conservan actualmente en el Museo Nacional del Prado. 

Al exterior, sus muros están revocados y llevan simulado un aparejo isodómico, se remata en una fuerte cornisa que corre bajo el alero como terminación de la cubierta inclinada de tejas curvas; la portadita presenta un vano de medio punto con las impostas marcadas, flanqueadas por pilastras de cantería lisas, recorrida por una cornisa con perfil de gola y rematada en sus extremos por dos pequeños plintos acabados en florones; algo más arriba se abre una ventana adintelada, rodeada por un marco moldurado.

De su aspecto exterior sobresale la fachada de estilo neoclásico, cuya puerta de acceso está flanqueada por dobles columnas toscanas que se convierten en apilastrados con triglifos en el nivel de la ventana del coro. Remata la portada un frontón partido que sobresale entre las dos pequeñas torres laterales de perfil semicircular, próximas al gusto barroco italiano, sobre las que se apoya un campanario con estructura de hierro. Columnas y pilares establecen un juego muy atractivo, y está coronada mediante un frontón.

Desde un punto de vista arquitectónico, San Pascual es uno de los pocos ejemplos de estilo denominado ecléctico que quedan en Madrid, puesto que aúna tendencias arquitectónicas y artísticas variadas, que van desde el gótico al neobarroco, pasando por la tradición arquitectónica de la orden franciscana. La fábrica se muestra revocada, a excepción de basas y detalles escultóricos y ornamentales, los cuales están realizados en piedra de Colmenar.

En el lado meridional de la iglesia se dispone el claustro, de planta rectangular y arquerías de medio punto realizadas en fábrica de ladrillo.

Actualmente está ocupado por un grupo de religiosas clarisas franciscanas.

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