El Hundimiento del General Belgrano


El crucero ARA General Belgrano era un veterano del mar, construido en los Estados Unidos de Norteamérica fue botado en el año 1938, con el nombre de Phoenix. Cuando el 7 de diciembre de 1941, la flota americana del Pacífico sufrió el ataque japonés, el Phoenix estaba anclado en el puerto de Pearl Harbour, siendo una de las pocas unidades norteamericanas que salió indemne de esta batalla. Días después, su proa cortó las aguas del Mar de Java y cañoneó fortificaciones en Nueva Guinea y en las islas de Los Negros.

El 4 de junio de 1944, patrullando por las costas de Nueva Guinea, una bomba estalló junto a su banda de estribor, dando muerte a un tripulante. Fue ésta la única baja en cuatro años de combate, los cuales remató de forma brillante con el hundimiento, en 25 minutos de batalla, a un crucero japonés, el Fuso, para después participar en los combates de las Filipinas, del golfo de Leyte, y los desembarcos en Borneo.

El 17 de octubre de 1951 fue adquirido por Argentina, siendo rebautizado con el nombre de 17 de Octubre. Su primer comandante fue el capitán de navío Adolfo B. Piva, que lo hizo entrar en la base naval de Puerto Belgrano el 7 de diciembre de 1951, a las 10:00 horas. 

El 22 de septiembre de 1955, el entonces comandante en jefe de la Marina de Guerra en Operaciones, contralmirante Isaac Francisco Rojas, dictó una resolución designando ARA General Belgrano al hasta entonces 17 de Octubre. El 26 de agosto de 1960, mientras realizaba ejercicios de entrenamiento en la zona denominada El Rincón, cerca de Bahía Blanca, una explosión accidental registrada a bordo dejó como saldo un muerto y seis heridos, uno de ellos de gravedad. Esa fue la segunda de las dos únicas muertes registradas desde su botadura y hasta el momento de su hundimiento.

El crucero ARA General Belgrano tenía un desplazamiento de 13.470 toneladas, y poseía una eslora de 185,42 metros, una manga de 21 y un calado de 7,3 metros. Estaba propulsado por cuatro turbinas a vapor Westinghouse y calderas Babcock Wilcox tipo Express, que desarrollaban 10.000 HP. Su velocidad máxima era de 34,5 nudos, y poseía una autonomía de 7.600 millas a 15 nudos.

Submarino Conqueror 

El buque llevaba 1 helicóptero, con dos catapultas. Su armamento era de 15 cañones de 152 mm montados en torres triples; 8 cañones de 127 mm doble propósito; 28 cañones AA de 40 mm en montajes cuádruples; 48 cañones AA de 20 mm en montajes dobles; y 8 ametralladoras de 12,7 mm. A fines de 1968 se le colocaron rampas para el disparo de misiles. Su tripulación era de 1000 hombres en tiempos de paz, que podría ser sensiblemente reforzada. 

El 16 de abril de 1982 zarpó formando parte de la Fuerza 79 número 3 (GT 79.3) con las siguientes instrucciones:

1. Zarpar al teatro de operaciones y estacionarse en la Isla de los Estados. Derrota costera y tratar de velar intenciones.

2. Tareas:
  • · Vigilar los accesos Sur al teatro de operaciones.
  • · Interceptar unidades enemigas
  • · Disuadir en el marco regional
3. Evitar el contacto táctico con unidades del enemigo dotadas de misiles antibuque.

4. En caso necesario reabastecerse en la Base Naval Ushuaia.

El barco recibió también orden de navegar en silencio, pues unidades británicas podrían encontrarse en las inmediaciones.

El 19 de abril, llegó a la Isla de los Estados. Allí realizó ejercicios de tiro donde se descubrieron problemas en la munición de los cañones antiaéreos Bofors 40 mm. Por eso se dirigió a la base de Ushuaia.

El 24 de abril zarpó de nuevo hacia la Isla de los Estados. Ese mismo día los argentinos descubrieron a las unidades británicas que se dirigían al teatro de operaciones. Se trataba de dos portaaviones y siete destructores. El GT 79.3 recibió órdenes de permanecer en la zona de la Isla de los Estados y el Banco Burdwood para interceptar y neutralizar unidades enemigas de acuerdo con las demás fuerzas. Se unieron a la GT 79.3 (que desde entonces fue llamada Peñón) los destructores ARA Piedra Buena y ARA Bouchard y el petrolero ARA Puerto Rosales.

Los días siguientes fueron de ejercicios y de continuas misiones de reconocimiento por parte del helicóptero Alouette embarcado. El 29 de abril recibieron permiso para usar cualquier armamento contra las unidades británicas que descubrieran.

El 1 de mayo recibieron nuevas tareas debido a que el grueso de las unidades británicas se encontraba apoyando acciones de bombardeo en las Islas Malvinas: el grupo Peñón debía dirigirse hacia el enemigo y atacar con misiles a los buques británicos que operaran al Sur de Malvinas. 

El hundimiento del crucero ARA General Belgrano, en el marco del conflicto de Malvinas, es considerado por muchos como un crimen de guerra porque la nave fue atacada cuando se encontraba fuera del área de exclusión de 150 millas alrededor de las islas, que había sido impuesta unilateralmente por los ingleses.

Pecio 

Aquel 2 de mayo, Margaret Thatcher ordenó al ministro de Defensa inglés, John Nott, para que enviara al Almirantazgo la orden dirigida al comandante del submarino nuclear Conqueror, capitán de fragata Christhopher Wreford-Brown, de torpedear y hundir al Crucero General Belgrano. En cumplimiento de esa orden, a las 15:57 de ese 2 de mayo, Wreford-Brown, a una distancia de aproximadamente 1.400 yardas, hizo disparar dos torpedos MK-8, con una carga explosiva de 365 Kg-Tórpex cada uno de ellos, contra el crucero.

Cuando el primer torpedo impactó en el crucero y arrancó de la estructura del barco más de quince metros de proa, el teniente Sgut subió como pudo hasta la cubierta, entre el humo, las explosiones y los gritos. La cubierta parecía un campo de batalla por el que deambulaban sin rumbo los heridos. Diez minutos más tarde, el comandante del Crucero decidió dar la orden de abandonar el barco. Entonces se lanzaron 70 balsas autoinflables, que podían contener veinte hombres cada una. El Belgrano se hundió a las cinco de la tarde, una hora después de ser alcanzado por los torpedos. La larga noche de espera sobre las balsas, para muchos, no fue otra cosa que una forma diferente de encontrar la muerte.

Como consecuencia del ataque y posterior hundimiento murieron 323 tripulantes, unos a causa de las explosiones producidas por los torpedos que al introducirse en el casco chocaron con depósitos de explosivos, otros por asfixia y otros al ahogarse en el hundimiento. De los 1.093 tripulantes del buque, sólo 740 fueron rescatados con vida luego de permanecer casi tres días en sus balsas, a la deriva, en las heladas aguas del Atlántico sur.

La criminalidad del hundimiento del Belgrano fue reconocida hasta por los británicos, que aceptan que la decisión de torpedearlo estuvo más ligada a una cuestión política que a una necesidad militar, por cuanto el crucero no representaba ningún tipo de peligro. La ex primera ministra británica habría ordenado el hundimiento para obstaculizar las negociaciones de paz, ya que la Junta Militar argentina analizaba seriamente la aceptación de la propuesta del entonces presidente peruano Fernando Belaunde Terry.

Comentarios

  1. ¿Qué no representaba ningún peligro? ¿Era un buque hospital? No, era un crucero armado, anticuado si, pero aún así letal

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    1. Pues ya es raro que los británicos reconocieran su error.

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