Monumento a Alfonso XII


En el madrileño Parque del Retiro se encuentra el monumento más grande dedicado al rey Alfonso XII. Fue inaugurado en 1922 y financiado por suscripción popular. El vencedor del concurso celebrado en 1902 para su realización fue José Grases Riera. El monumento representa una espléndida puesta en escena arquitectónica del estilo enfático y ampuloso del eclecticismo, tan teatral como eficaz desde el punto de vista plástico. Grases convocó a los mejores escultores del momento para convertir el monumento en un museo de escultura al aire libre en el corazón del parque más famoso y visitado de la ciudad. La grandiosidad y la elegancia del plan resultan evidentes, consiguiendo una de las obras más acertadas de su tiempo, aunque se acusó al autor de haberse inspirado de manera literal en el proyecto del monumento a Guillermo I en Berlín.


Desde el punto de vista arquitectónico, lo más interesante es la composición escenográfica de todos los elementos, que se ordenan simétricamente en una disposición frontal hacia el estanque y hacia el paseo que lo recorre por la otra orilla. El espacio público encerrado por los dos brazos de la columnata se abre hacia el estanque hasta el que bajan las gradas de un ancho embarcadero. El basamento de las columnatas es recorrido por un banco curvo de especial encanto. El monumento fue concebido desde un primer momento para ser observado desde su interior. El amplio número de elementos escultóricos permitió el trabajo de numerosos talleres, tardando dos décadas en concluirse definitivamente. El foco visual del conjunto sería la estatua de Alfonso XII, obra de Mariano Benlliure. Pero también destacan las figuras de La Marina, de Mateo Inurria, y la de La Industria, de José Clará, La Paz, de Blay, la de El Progreso, de Carbonell, y la de La Libertad, de Collaut Valera. También destaca la escultura ornamental del friso y de los animales y temas vegetales que completan el repertorio, realizado en piedra y en bronce.

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