Laguna de Laguna de Duero


Laguna de Duero está situado en la antigua ruta romana que partiendo de Simancas llegaba a Tudela. El nombre se debe a la laguna natural de agua salada que en su día había en el pueblo, la sal que se extraía de sus aguas fue el sustento económico de la localidad durante años. Tras construirse el Canal del Duero, en 1886, aparecieron filtraciones subterráneas que produjeron un aumento del nivel de agua de la laguna, sabemos que se desecó el 17 de mayo de 1972. Posteriormente el espacio que ocupaba se transformó en zona verde urbana incluido el lago saneado. Este posee en su interior dos manantiales de agua salada y uno de agua dulce así como una toma del canal del Duero y desagua por un colector al alcantarillado. Su volumen de agua es aproximadamente 3.000 metros cúbicos, con una profundidad máxima entre 2, 5 y 3 metros y una profundidad media entre 1 y 1,5 metros. 

La laguna, en su tiempo fue uno de los humedales más importantes de Castilla y León. Hoy en día no es posible sacar sal de las aguas de la laguna, el municipio tiene que basar su economía en otros sectores: cultivo de cebada, hortalizas y patata. También tiene una extensa producción avícola, ovina y porcina. 

Se tiene conocimiento de la existencia de la laguna desde el siglo XI, sus fuentes y numerosos manantiales, hoy casi todos desaparecidos, y la explotación de sus salinas atrajo a los primeros habitantes. Laguna de Duero figura en gran número de documentos históricos a partir del momento de la llegada del conde Ansúrez a Valladolid. Muchos fueron los monarcas que la honraron con sus estancias y atenciones, entre otros, Alfonso IX de León, Fernando III “el Santo”, Juan II, los Reyes Católicos, Carlos I, Felipe II, Felipe III y Fernando VII, atraídos especialmente por el entorno del monasterio franciscano de “El Abrojo” (lugar de residencia de San Pedro Regalado).

En este lugar Carlos I estableció un Palacio Real en 1555, al que acudían los reyes cuando querían salir a descansar fuera de Valladolid. Contaba así mismo con un amplio bosque de recreo, el Bosque Real, en el que se realizaron unas de las primeras repoblaciones forestales de España.

Del Bosque Real y del Palacio sólo quedan en la actualidad la cerca de piedra con sus correspondientes cubos almenados con una portada de entrada con el escudo de los Reyes Católicos y un palacete o refugio de cazadores con el mismo escudo. 

El convento fue destruido por un incendio en 1624, y aunque reedificado enseguida, inundaciones posteriores le asestaron duros golpes y hoy sólo se conservan restos de sus muros, la bodega, la fuente y una alberca desde la que San Pedro regaba su huerto.

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