La tragedia del Titanic


La historia del Titanic comienza en 1907 cuando, Bruce Ismay y lord Perrie llegan al acuerdo de construir tres barcos como el mundo jamás había conocido. Ambos hombres, el primero en calidad de presidente de la compañía White Star, y el otro como presidente de los astilleros Harland & Wolff de Belfast, habían tomado esa decisión para combatir la supremacía en viajes transatlánticos que ostentaba su gran rival, la Cunard Line. Dichos buques serían el Olympic, el Titanic y el Gigantic, que después de la catástrofe del Titanic fue rebautizado como Britannic. 

Desde un principio el Titanic adquirió visos legendarios, un aura que aumentó a medida que pasaba el tiempo y se acercaban el momento de su botadura y el consiguiente viaje inaugural. Era una mole de 270 metros de longitud y 53 de altura, con un peso neto de unas 46.328 toneladas, y que podía navegar a una velocidad máxima de 22,5 nudos (unos 42 kilómetros por hora) gracias a sus 55.000 caballos de fuerza motora, desplazando más de 50.000 toneladas de agua a su paso. 

Pero estas características no eran el único atractivo del navío. El Titanic era un compendio de lujos. En él los ricos podrían sentirse más ricos, y los pobres, un poco menos pobres. A todo ello la publicidad ensalzaba la seguridad del Titanic, presentado como «insumergible ». El ingeniero que lo diseñó, Thomas Andrews, aplicó extraordinarios avances en seguridad. Con un casco de doble fondo dividido en dieciséis compartimentos estancos, nadie era capaz de prever algo peor que un accidente que pudiese destrozar dos o tres de las mamparas que formaban dichas divisiones. El barco hubiese permanecido a flote hasta con cuatro compartimentos inundados. 


Un incidente al partir del puerto de Southampton pudo causarle graves daños. Al abandonar el muelle, el New York, un pequeño vapor atracado en la dársena, se vio arrollado por la masa de agua que el transatlántico desplazaba. Sus amarras se rompieron y comenzó a virar sin control, finalmente se pudo evitar un choque que habría destrozado al New York. De producirse esta colisión, el retraso ocasionado habría obligado al Titanic a zarpar muchas horas después, con lo que tal vez habría evitado el iceberg. 

Por fin el 10 de abril de 1912, el Titanic zarpó desde Southampton en su viaje inaugural, con destino a Nueva York. Ismay y Andrews iban a bordo para que todo saliera lo mejor posible. El capitán Edward Smith, era un experimentado marino de la White Star que ya había pilotado el Olympic, hermano gemelo del Titanic, que llevaba un año haciendo la misma ruta.

El Titanic cruzó el canal de la Mancha hasta Cherburgo, en Normandía. A continuación atracó en Queenstown para recoger a los últimos pasajeros antes de adentrarse en el océano. A bordo viajaban más de 2.400 personas, que no paraban de loar lo que veían y el personal que estaba a su servicio. La travesía estaba siendo idílica. 

El fatídico 14 de abril no fue distinto de los días anteriores. El capitán Smith ordenó un cambio de rumbo para evitar las zonas de icebergs. Al atardecer, la temperatura bajó bruscamente. A las diez de la noche, Tras cenar acompañado de algunos pasajeros, el capitán se retiró y el barco quedó al mando del primer oficial, William Murdoch, quien ordenó reforzar la vigilancia y cerrar todas las aperturas en el castillo de proa, para ahogar cualquier luz o reflejo que pudiera entorpecer la visión de los vigías esa noche. Faltaban 20 minutos para la medianoche cuando el vigía Frederick Fleet advirtió la cercanía de un iceberg, el bloque de hielo era sólo una sombra. Fleet informó de inmediato a Murdoch, que dio la orden de virar a babor y de detener los motores. De esta forma se logró evitar la colisión y hielo y acero tan sólo se rozaron por el costado de estribor. 


El incidente apenas se notó a bordo. Algunos pasajeros contemplaron el paso del gigante de hielo, del que se desprendieron varios fragmentos que acabaron en la cubierta. El extraño y breve sonido que se produjo mientras el hielo rajaba el casco unos cinco metros por debajo de su línea de flotación no provocó inquietud. Smith fue informado rápidamente, aunque no se empezaron a tomar medidas de rescate hasta unos treinta minutos después del encuentro. La orden del capitán fue evitar el pánico a toda costa. El hecho de que se pidiera a la orquesta que amenizara la huida sin duda aumentó la sensación de que no existía una amenaza insalvable. Como consecuencia de todo este desconcierto, los dos primeros botes que bajaron del Titanic, lo hicieron a la mitad de su capacidad. Tanto el capitán Smith como el ingeniero Andrews usaron megáfonos intentando que las lanchas regresaran y llenarlas por encima de su capacidad. Pero los que estaban lejos no volvieron. 

Los telegrafistas no paraban de enviar mensajes pidiendo auxilio y se lanzaron cohetes para avisar a otros barcos cercanos de la desesperada situación del Titanic. Sabemos que la tripulación hizo todo lo posible para advertir a otros barcos de la tragedia, e incluso se utilizó el reflector de señales para emitir un mensaje en código morse porque varios pasajeros aseguraban haber visto la luz de un barco no muy distante. 

A las dos y cinco de la madrugada se arrió el último bote y el pánico transformó la tranquilidad  vivida hasta ese momento en un drama. En menos de media hora, más de mil personas iban a morir. En ese tiempo debieron de vivirse escenas espantosas. Se registraron actuaciones heroicas y comportamientos más que reprobables. Hubo quien se negó a subir a las barcas sin la persona amada, quien se vistió de mujer para que le dejaran entrar en el grupo de los que podrían salvarse y quien prefirió mirar y hasta degustar un buen brandy en vez de ayudar. 


De los principales responsables del Titanic que iban a bordo, el propietario, el ingeniero y el capitán, sólo Ismay salvó su vida. El precio que pagó fue enorme: el resto de su vida tuvo que soportar la repulsa ante lo que se consideró una soberana cobardía. Sin embargo solo fue partícipe de una de las muchas muestras de la confusión y el miedo que entonces se sucedieron. En cuanto a Thomas Andrews, desapareció tras hacer todo lo posible para sacar al mayor número de pasajeros del engendro que había creado. Si Ismay se convirtió en el villano, Andrews sería recordado como el héroe. Algo parecido debió de hacer Smith, se llegó a decir que lo habían visto en el agua intentando ayudar a la gente a subir a las barcas. Es la ley del mar: un capitán debe hundirse con su barco. 

A las 02:18, el casco del Titanic se partió cerca de su zona central, un minuto después, la proa se hundió en el océano y la popa casi alcanzó la verticalidad completa. Cientos de personas se aferraban a lo que fuese con el propósito de sobrevivir, con el único resultado de alargar un poco más su terrible agonía. 

A las 02:20 el Titanic desapareció bajo el agua, los que aún estaban vivos cubrieron el mar de unos gritos que oyeron los 710 supervivientes que permanecían a salvo en las barcas. Tras enconadas discusiones sobre si volver al lugar del hundimiento, algunas lanchas se dirigieron al lugar del naufragio, el silencio reinaba sobre una inerte marea blanca formada por los chalecos salvavidas que mantenían a flote los cadáveres, congelados en su mayoría. Eso era cuanto quedaba de un barco que debía navegar sobre sueños, y que se había deslizado hacia las profundidades para yacer en la más completa oscuridad. 

Las peticiones de auxilio enviadas por los telegrafistas del Titanic habían llegado al transatlántico Carpathia, que navegó a toda máquina hasta que a las cuatro de la madrugada llegó al lugar del naufragio. La espera fue difícil de sobrellevar para quienes aguardaban; mientras se mecían sobre el mar, muchos estaban seguros de que morirían. A la devastadora incertidumbre sobre el futuro inmediato se añadían las imágenes del horror que habían sufrido. Ninguno de quienes pudieron subir al barco que los llevó hasta Nueva York olvidó lo sucedido aquella madrugada. Fue una tragedia real, que costó la vida a más de 1.500 personas, y un hecho que marcó un punto y aparte en la historia de la navegación.


Las cuatro loquísimas teorías conspiranoicas que dicen que el Titanic no se hundió por el iceberg.

El Titanic ha sido tema recurrente de teorías de la conspiración:

1) Un asesinato encubierto: Una de las teorías más comentadas es que el Titanic no vivió un accidente, sino un siniestro preparado. A J.P. Morgan se le conocía como "el napoleón de Wall Street". Era un empresario y banquero millonario que daría nombre al banco que conocemos hoy día por la misma nomenclatura. Y también era el propietario del Titanic y otros transatlánticos. Entre otros tripulantes había tres hombres importantes que iban a luchar contra la creación de la Reserva del Banco Federal de Estados Unidos, un organismo en el que Morgan tenía puestos muchos intereses. Este podría haber sido el móvil del hundimiento premeditado del barco. Como sabríamos por la prensa de la época a los días del accidente, Morgan había declarado que viajaría en el Titanic en su fatídico viaje, pero el día antes de zarpar alegó estar enfermo y no poder montarse en el barco. Sea cual fuere su enfermedad, debió de pasársele rápido, pues a los tres días de la partida del Titanic, cuando llegaron las noticias del hundimiento, se le encontró en un resort francés junto a su querida. Así mismo varios de los aristócratas del entorno de Morgan que tenían pasajes gratuitos para viajar en el Titanic cancelaron su viaje pocos días antes de que zarpase el navío. De hecho, entre los pasajeros de primera clase se vieron muchísimas anulaciones de último minuto. Si Morgan hubiese planeado meter a esos tres opositores proyecto gubernamental en el barco para luego matarles, estaríamos hablando de unos de los hombres más sanguinarios de la historia: en vez de mandar a sicarios para terminar con ellos en tierra firme, provocó un accidente que acabó con la vida de más de 1.500 personas.


2) ¿Por qué permanecieron cerradas las puertas estancas?: La siguiente teoría involucra las puertas estancas de Titanic. En teoría, si estas puertas hubieran sido abiertas el barco podría haberse asentado en una quilla uniforme y, con ello posiblemente mantenerse a flote el tiempo suficiente hasta que llegaran los buques de rescate. Pero después de un análisis rápido se comprueba que esta teoría tiene poca validez. Primero: no había puertas estancas entre ninguno de los cuatro primeros compartimentos, por lo que era imposible que se redujese de forma significativa la concentración de agua que había en la proa. Y segundo, algunos cálculos hechos por expertos demostraron que cualquier cantidad significativa de agua que hubiese ido a popa desde la cuarta sala de calderas habría provocado, de todas maneras, el hundimiento del transatlántico, y lo habría hecho, además, dejando al barco sin luz por más de una hora de tiempo extra y acortando el período de hundimiento en treinta minutos vitales. Es decir, las razones para no ordenar la apertura de las puertas superaban en peso los motivos para sí hacerlo.

3) El cambiazo con el Olympic a favor: Olympic y Titanic atracados uno al lado del otro días antes de la salida del Titanic. Esta es la teoría de mayor peso en Internet. La que más comentarios y cavilaciones ha suscitado entre los buscadores activos de la verdad. La empresa inglesa propietaria del Titanic era White Star Line, y justamente en 1912 se encontraba en graves problemas. A principios de siglo los de Liverpool se pusieron como objetivo crear los buques más grandiosos y lujosos de todos los océanos. Ese proyecto germinó en la construcción de tres barcos cuasi idénticos: el Titanic, el Britannic y el Olympic, la niña bonita. Fue precisamente esa última embarcación la que sufrió un duro choque. El 20 de septiembre de 1911, el Olympic tuvo un grave incidente con un buque de guerra, el HMS Hawke, que se acercó demasiado debido a la turbulencia de la hélice del Olympic colisionando con éste y provocándole graves desperfectos. Tras un análisis de los hechos, se declaró culpable del incidente al Olympic, por lo que el seguro no cubrió los gastos de la reparación. A los mandos iba el capitán Edward John Smith, el mismo que capitanearía también el primer y último viaje del Titanic. ¿Qué decidió hacer entonces White Star Line, compañía participada por dinero de Morgan, para evitar la bancarrota? Cobrarse el seguro haciendo trampas. Esa, que era una estrategia no del todo ajena en el mundo de los barcos intercontinentales, se llevaría aquí a lo grande, costeando uno de los barcos más costosos de los siete mares. 

Olympic y Titanic eran barcos casi gemelos. Misma estructura, mismos materiales. Mismo aspecto incluso, salvo para el ojo avezado y por los rótulos nominativos de ciertos puntos de cada barco. Según esta teoría promovida por Robin Gardiner, el cambiazo se dio durante su atraco en Belfast. El Olympic tenía que pasar por ese puerto para su reparación y es ahí donde algunos trabajadores habrían intercambiado los rótulos, los botes salvavidas y otros detalles para hacer pasar al Olympic por el barco que todos conocemos. Así que el "falso Titanic" partiría en unos días hacia su destrucción segura. Eso, especula Gardiner, es el motivo por el que tanto le costó encontrar trabajadores que quisieran enrolarse al viaje intercontinental. Pese a que Reino Unido estaba en medio de una huelga del carbón y había mucha mano de obra parada, los rumores de los astilleros habrían llegado a la gente de a pie, que habría decidido pasar de la oferta laboral. Mientras tanto otro barco, el Californian, perteneciente al holding de J.P. Morgan y destinado al transporte de mercancías y pasajeros, no tuvo problemas para abastecerse de carbón para realizar un viaje a los Estados Unidos cinco días antes de que partiese el Titanic. Aunque ese barco podría haber llevado a cientos de pasajeros, el navío partió dirección a Norteamérica sin pasajeros, con un cargamento "casi exclusivo de mantas y de jerséis y herramientas varias".  


¿Y a dónde fue a pasar ese otro buque? Justo a las inmediaciones en las que el Titanic colisionaría más tarde, supuestamente, con un iceberg. El Californian se quedó por la zona con los motores encendidos, y su capitán dormía vestido en un sofá del puente en vez de retirarse a su camarote. ¿Una señal de que sabía que algo podía pasar? Más tarde el Titanic le mandó tres mensajes al barco, el último de ellos informando sobre su posición. El defensor de la conspiración va incluso más lejos: es imposible que un iceberg haga quebrar a un barco "inquebrantable", según los estándares de la época. Lo que había sucedido en realidad es que en la zona había varado otro caro ultramarino con las luces apagadas. La rozadura voluntaria con ese otro viejo barco es lo que hizo que el Titanic se hundiera.

Pero según el plan de la conspiración, algo salió mal. Desde el Titanic divisaron en el horizonte un barco a unos 8 kilómetros de su posición y pensaron que era el Californian. Fue entonces cuando chocaron, pero en verdad ese era un bote distinto. El otro barco de Morgan estaba mucho más lejos, a 20 kilómetros, "esperando sin éxito que apareciese el Titanic". Como el barco de rescate tardó más de lo "previsto" en llegar empezó a entrar el pánico: no iban a subir a un nuevo bote pronto, y las posibilidades de muerte por ahogamiento o congelación se convirtieron en una realidad. De pensar que podrían morir unas pocas personas a que más de dos tercios de los pasajeros parecieran en el accidente. Algunos pasajeros afirmaron que, de los botes salvavidas, algunos de ellos llevaban inscrito Olympic. Y años después, cuando se pudo ver el transatlántico sumergido por equipos de exploración, las cámaras captaron alguna de las letras fijadas a su casco, dejando ver lo que había detrás. En este caso una M y una P. ¿MP De Titanic? ¿O MP de Olympic?

Las contrarréplicas a esta extendida teoría merecen un capítulo aparte. La primera y más importante, es que el Titanic y el Olympic no eran exactamente idénticos. El mirador de primera clase que en el barco hundido estaba cubierto con paneles de cristal retráctil. En el Olympic esto estaba descubierto. La distribución de las ventanas de los camarotes, la zona verde, se distribuía de forma distinta en ambos buques. En la zona azul, para el Olympic tenemos la cubierta B, mientras que para la construcción del Titanic esa zona se eliminó para construir el restaurante de primera clase. En amarillo, las ventanas. En un barco eran redondas y en el otro rectangulares. Todos estos cambios tendrían que haber sido realizados en ambos barcos en un breve espacio de tiempo y sin que nadie sospechase nada ni viese nada extraño ni entonces ni después del exhaustivo trabajo de análisis de las aseguradoras, que en la época acabaron pagando cinco millones de dólares por el Titanic. Una cifra totalmente astronómica y que, aún con eso, fue menor al coste de fabricar el barco, de 7.5 millones.

La segunda razón, tal vez la que mejor hay que observar, es por qué Morgan decidiría llevar a cabo una contienda así. ¿Para cobrarse el seguro? Un esfuerzo terrible que condujo a miles de personas a la muerte. Y además, ¿de qué le sirve a tu empresa cobrar el seguro por la destrucción de un segundo barco, perfectamente nuevo, en un breve período de tiempo? ¿Cuál fue la reputación de la empresa después de matar (indirectamente) a tantísima gente? Tras la reparación, el Olympia siguió circulando por más de veinte años así como otros de los barcos de la compañía. Pero estamos convencidos de que nadie que se montara en alguno de aquellos barcos no pensara durante largo tiempo en lo que podría pasarle en alta mar.

4) Malos humos desde Belfast: La última teoría, la que se ha defendido en el documental de reciente emisión en Channel 4 Titanic: the New Evidence, cuenta que no fue el choque con un iceberg lo que causó el trágico hundimiento del transatlántico, sino un fuego en las calderas que se habría iniciado incluso antes de abandonar los astilleros de Belfast. El autor y periodista Senan Molony revelaba en el documental que unas fotos del barco recién publicadas (y que se obviaron por más de un siglo) muestran cómo ese barco "insumergible" ya se estaba debilitando por un incendio de carbón incluso antes de iniciar su catastrófico viaje inaugural. Un problema creciente provocado por el fallo humano que, según esta teoría, le fue silenciada a los pasajeros del buque hasta que fue demasiado tarde.


Esta teoría defiende que el impacto contra el iceberg no habría causado un efecto tan devastador si no fuese porque, en una coincidencia letal, el golpe se produjo en la zona de la embarcación que había sido debilitada por el fuego. Como se defendía también en su momento, la fortaleza del Titanic se basaba en varios sistemas de seguridad, y sólo un accidente en el que se acumulasen varias incidencias podrían provocar su hundimiento. Todas las miradas vuelven al empresario Morgan y su cancelación del último minuto. ¿Tal vez él sí había visto la señal profética que mandaba el humo negro? Esta es una de las teorías más viejas, y tal vez la más fundamentada, aunque no probada.

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