El Hundimiento del Laconia


Werner Hartenstein pasará a la historia de la guerra submarina por ser el último comandante que dio auxilio y recogió a los náufragos de un buque atacado, hasta el momento en que transcurre este relato, todos los comandantes alemanes tenían órdenes, siempre que fuera posible, de identificar de forma correcta los barcos avistados.

Hartenstein era el comandante del U-156, un submarino del tipo IX-C con el que había realizado 5 patrullas, con un total de 20 buques hundidos, 97.205 Tn. y 4 dañados, 20.001 Tn. Había nacido el 27 de Febrero de 1908 en Plauen (Alemania).



La noche del 12 de Septiembre de 1942, Hartenstein avistó y torpedeó un transporte de tropas británico (Laconia) que navegaba con la misión de evacuar del África inglesa, a militares y sus familias, junto con algunos prisioneros de guerra. Iban a bordo 463 tripulantes, 286 militares, 80 civiles (entre los que se encontraban mujeres y niños), 1.800 prisioneros italianos y 103 guardias polacos. El capitán Hartenstein puso proa hacia la nave que se hundía, y al darse cuenta de la situación, arriesgando su propia nave, mandó iniciar las operaciones de rescate. Radió la posición del hundimiento y pidió que no atacaran a los buques de rescate. Hartenstein era consciente del peligro que corría su barco, ya que podían aparecer enemigos que hubieran recibido la transmisión del Laconia. Pero no podía abandonar a todas aquellas personas.

Hartenstein informó lo sucedido al Alto Mando de Submarinos cuando ya había rescatado a varias decenas de sobrevivientes y solicitó instrucciones. Dönitz sabía que torpedear a soldados italianos podría tener un efecto muy grave sobre las relaciones de Alemania con el Eje. Destinó al U-506 y al U-507 que se encontraban en Freetown, Sierra Leona, a la escena; los italianos mandaron uno de sus propios submarinos, y los franceses de Vichy en Dakar despacharon tres buques de guerra para ayudar a recoger a los supervivientes. Pero de momento el U-156 se hallaba solo. Durante toda la noche no paró de rescatar a gente sin importar su nacionalidad.

Los submarinos estaban muy mal equipados para enfrentarse a tales situaciones: Abajo apenas había suficiente espacio para albergar a la dotación, mucho menos a pasajeros adicionales, además, los supervivientes distribuidos en la cubierta se ahogarían si la nave se veía obligada a la inmersión. A las 4 de la madrugada del día siguiente Hartenstein envió un mensaje por radio en inglés de petición de auxilio a los barcos internacionales: "SI ALGÚN BARCO AYUDA A LA TRIPULACIÓN ZOZOBRADA DEL LACONIA, NO LO ATACARÉ SIEMPRE QUE NO ESTÉ SIENDO ATACADO POR FUERZAS DE MAR O DE AIRE. HE RECOGIDO 193 HOMBRES, 4º52`S, 11º26’W. SUBMARINO ALEMÁN". No acudió ningún barco. Pero ahora el enemigo conocía la posición del U-156. 


Durante dos días Hartenstein se afanó para mantener juntos los botes y los supervivientes para él el  rescate no era una cuestión militar, sino de servicio humanitario. En el U-156 se apiñaban 310 personas: alemanes, británicos y polacos. La noche del 14 al 15 de Septiembre el U-506 llegó a la zona, acogiendo a 132 italianos. El 16 por la mañana en el U-506 ya habían más de 200 supervivientes. El U-507 se acercaba  a la zona, y encontró cuatro de los botes salvavidas del buque. Las mujeres fueron acomodadas en el sumergible y remolcó a los botes salvavidas con el resto de los supervivientes.

Como medida de precaución, Hartenstein había instalado una gran bandera blanca con una cruz roja realizada con sábanas. El 16 de Septiembre a las 11:25, un B24 Liberator, con emblemas americanos, procedente de la Isla Ascensión, sobrevoló en círculos al U-156. Hartenstein ordenó a un experto en señales que le enviaran al avión un mensaje en Morse en inglés: "AQUÍ SUBMARINO ALEMÁN CON NÁUFRAGOS BRITÁNICOS A BORDO. ¿TIENEN A LA VISTA BARCO DE RESCATE?" Al no responder el piloto, un oficial británico preguntó a Hartenstein si podía enviar un mensaje con el foco de señales. Recibió autorización y transmitió el siguiente mensaje al piloto americano: "OFICIAL DE LA RAF HABLANDO DESDE EL SUBMARINO ALEMÁN. SUPERVIVIENTES DEL LACONIA A BORDO, SOLDADOS, CIVILES, MUJERES, NIÑOS". Una vez más el piloto no respondió, y entonces se marchó... a recoger cargas de profundidad en Freetown, tal como luego se supo.  


El piloto del B24 informó a su base y solicitó órdenes al respecto, que no fueron otras sino las de atacar al submarino alemán. A las 12:32 el Liberator regresó y realizó una pasada a baja altura. Al descender, Hartenstein se quedó perplejo al ver que tenía abierto el compartimiento de las bombas. Arrojó dos bombas que no alcanzaron al U-156 pero sí a una de las lanchas y provocaron el vuelco de la segunda. En la segunda pasada del Liberator, un marinero alemán cortó el cabo de remolque de los botes. Demasiado tarde. Una bomba voló una de las embarcaciones, matando a algunos pasajeros. Los tripulantes alemanes corrieron hacia el cañón antiaéreo, pero Hartenstein gritó: "¡Que ni un solo hombre se acerque al cañón!".

De nuevo el avión se dirigía hacia ellos. Una carga de profundidad explotó justo bajo la sala de control. Las mujeres y los niños gritaban, y el compartimiento de proa empezó a recibir agua. Hartenstein no tenía otra alternativa: Debía salvar su nave. "¡Que todos los británicos abandonen en el acto el submarino!", gritó. Las baterías soltaban cloro; para despejar la nave de todo menos la tripulación, también ordenó la expulsión de los italianos.

El avión había gastado todas sus bombas, y abandonó la escena. El U-156 estaba tan dañado que Hartenstein decidió que debía suspender el rescate y regresar a la base, viéndose obligado a sumergirse y a abandonar la zona en previsión de nuevos ataques, poniendo rumbo de regreso a su base. Más tarde se supo que el piloto del B-24 ignoró las señales del U-156, y se limitó a cumplir las órdenes recibidas considerando que el submarino enemigo era una amenaza potencial, y sin considerar el efecto del ataque sobre los náufragos rescatados.

El 17 de septiembre, cinco días después del hundimiento, cuando dos buques de guerra, el crucero Gloire y el destructor Annamite, de la Francia de Vichy al fin arribaron al punto de encuentro, a donde se empiezan a trasladar los supervivientes que se hallaban en el U-506, U-507 y en el sumergible Italiano Capellini. En total se rescataron a 1.111 personas, algunos de los rescatados murieron más tarde a causa de las heridas. Entre los rescatados se encontraban 450 Italianos y 73 Polacos. 

Un poco más tarde, el B24 reapareció, atacando esta vez al U-506, que se sumergió y escapó teniendo que abandonar al resto de supervivientes. Un bote salvavidas llegó a la costa de África el 9 de Octubre, y un segundo bote fue recogido por un convoy británico el 21 de Octubre con 4 supervivientes de los 21 que inicialmente se encontraban a bordo.

Irónicamente, la tripulación del B24 fue condecorada por el hundimiento de dos submarinos enemigos, cuando las únicas víctimas de sus ataques fueron los náufragos del Laconia. La cuenta final de supervivientes fue de 450 de 1.800 italianos, 588 de 829 británicos, 73 de 103 polacos. De los submarinos que formaron parte en el rescate, todos fueron hundidos en misiones posteriores. Hartenstein murió en el U-156 en marzo de 1943.

Como resultado del ataque del Liberator contra el U-156, Dönitz tomó una decisión trascendente. "Nunca más...", juró, "...deben los submarinos quedar expuestos a los peligros de una operación de rescate". A todas las naves les radió una orden que iba a ser famosa: " No se llevará a cabo ningún intento de rescate de miembros de las tripulaciones de los barcos enemigos hundidos, ya se encuentren en botes salvavidas o en el agua. El rescate va en contra de las exigencias básicas de la guerra para la destrucción de los barcos enemigos y sus tripulaciones.

Se mantienen las órdenes de captura sobre los capitanes u oficiales de los barcos enemigos.

Los supervivientes de los naufragios sólo serán rescatados si poseen información importante para el submarino.

Sean duros. Recuerden que el enemigo no tiene ninguna consideración hacia las mujeres y niños alemanes de las ciudades bombardeadas".

Esta orden se utilizó para la polémica condena de Dönitz por crímenes de guerra en Núremberg en 1946. La acusación durante el juicio interpretó sus órdenes como instrucciones a sus submarinos de acabar con los supervivientes de los barcos hundidos. Sin embargo, dicha acusación no pudo prosperar, ya que muchos altos mandos navales aliados admitieron haber puesto en práctica políticas similares en muchos casos, y en algunas ocasiones haberse producido incidentes de disparos contra los supervivientes de barcos enemigos hundidos. El día 8 de marzo de 1943 el U-156 fue localizado por un avión Catalina a unas 330 millas al Este de Barbados. Saliendo de entre las nubes el avión sorprendió a la tripulación que se encontraba tomando el sol en la cubierta. El avión lanzó 4 bombas que partieron al submarino en tres partes. El U156 se hundiría de inmediato. El avión lanzó un bote salvavidas y comida, al menos cinco supervivientes alcanzaron el bote. La posterior búsqueda no logró encontrarlos. Sus 53 tripulantes perdieron la vida. Un triste e inmerecido final para una noble tripulación.

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