Canal de Isabel II


Aunque de triste actualidad en estas fechas, no es impedimento para dar a conocer otra de esas obras que se fraguaron en el siglo XIX. Un siglo oscuro en muchos temas, pero que también gozó de sus momentos de luz. Vayamos pues. 

En 1850 el suministro de aguas a Madrid, se realizaba por un sistema subterráneo de galerías, lo cual le hacía ser deficiente para atender las necesidades que requería una ciudad cuya población superaba los doscientos mil habitantes. En ese entonces existían cerca de medio centenar de viajes de agua, completando todos ellos cerca de 124 km de longitud. La mayoría de ellos poseía denominación clara: El Alto y Bajo Abroñigal, el de Alcubilla, Amaniel (también denominado de Palacio) y la Fuente Castellana. El reparto de aguas se realizaba mediante el real de agua fontanero (134 litros/hora) y cada fuente tenía una dotación predeterminada de Real Agua. Estas fuentes sacaban agua que era recogida por el pueblo, así como por los aguadores que se encargaban de transportar el agua en cántaros (cinco azumbres o lo que es lo mismo con 10 litros) a las viviendas privadas que lo solicitasen, los cálculos establecían un suministro de una decena de litros diarios por madrileño, algo insuficiente.

Era necesario solucionar este problema, trayendo a Madrid el agua del río Lozoya por medio de un canal. El presidente del Consejo de Ministros, Juan Bravo Murillo, dictó el 18 de junio de 1851 un Real Decreto por el cual se autorizaba la construcción de las primeras infraestructuras, y el 2 de agosto de ese mismo año, Francisco de Asís puso en nombre de Isabel II la primera piedra de esta obra monumental.

En primer lugar se construyó el Pontón de la Oliva, una presa de 72 metros de longitud, situada en la desembocadura del río Lozoya en el Jarama, en las que trabajaron 1.500 presos, 200 obreros y 400 caballerías, un canal de conducción de 77 kilómetros, y un primer depósito del que partían dos grandes arterias (norte y sur) que bifurcándose en la Glorieta de Quevedo, y encontrándose con una tercera transversal en la Puerta del Sol, conectaban con toda la red de tuberías que abastecían la ciudad. Este primer depósito del Canal de Isabel II se construyó entre 1851 y 1858. Estaba situado en el entonces llamado “Campo de Guardias”, en torno a la actual calle Bravo Murillo, y tenía una capacidad de 58.000 metros cúbicos de agua. En uno de sus muros se construyó una fuente para conmemorar este acontecimiento histórico de la llegada de las aguas a Madrid en 1858.


El Canal se inaugura el 24 de junio de 1858 y para la ceremonia se establece la primera recepción de agua del Lozoya al depósito. A las seis de la tarde (de acuerdo con el Acta de la Presidencia de Ministros) Lucio del Valle da la orden de abrir la compuerta de la Casa-Partidor. Esta apertura causó "un pavoroso estruendo" que se acompañó de vivas a la Reina y salvas de artillería junto con el repiqueteo de campanas mientras el primer depósito se llenaba. La inauguración se escenificó con la apertura de una fuente con un gran pilón en la calle San Bernardo. A las ocho y media de la tarde, un enorme chorro de agua se elevó más de 20 metros sorprendiendo a los numerosos asistentes, entre los que se encontraban la reina Isabel II y todos los miembros del Gobierno. La gente decía de aquel surtidor que parecía “un río de pie”. Al acto siguieron grandes festejos en la ciudad, a cargo del Ayuntamiento. 

Las obras del Canal las dirigió, desde el primer momento, el ingeniero y arquitecto Lucio del Valle, quien poco después acometió la reforma y ampliación de la Puerta del Sol. Los nuevos edificios de esta histórica plaza ya pudieron contar con cañerías y depósitos que permitieron llevar a las casas las aguas del río Lozoya. La experiencia en la realización de grandes obras públicas era realmente escasa. La falta de mano de obra especializada era una tónica habitual, y se decidió realizar las obras más costosas con presidiarios (empleando cerca de dos millares), en su gran mayoría carlistas. Dichos presidiarios eran vigilados por soldados. Las dificultades existentes en cuanto a comunicación entre los diversos frentes de obra (a caballo se tardaba muchas veces cinco horas), hizo que se instalaran palomares para tener palomas mensajeras capaces de comunicar los diversos frentes de obra. Hubo que construir casetas y establecimientos para acondicionar a los trabajadores. La ejecución de la obra descansaba casi en su totalidad en el Estado y además coincidió con un periodo de inestabilidad política. 

Se fijó como primer objetivo embalsar el agua procedente del Pontón de Oliva, en la actualidad fuera de servicio, lugar donde se acumulaban las aguas del Lozoya antes de su desembocadura en el Jarama. El primer tramo, junto al denominado Canal de Cabarrús, existente ya en 1762, y a un nivel superior se construye el embalse de El Villar (primera presa de arco de gravedad construida en Europa.). Las obras consiguen que el agua del Canal del Lozoya entre en Madrid en 1858.




Pero las filtraciones en el terreno del Pontón de la Oliva eran tales que, en las épocas de estiaje del río, el nivel del agua en esta presa descendía por debajo de la cota del canal de salida, haciendo imposible el aprovechamiento de las aguas del embalse. Como solución de emergencia, en el año 1859 se construyó un pequeño azud y un canal que partiendo del río Guadalix, permitían introducir el agua que fluía por este río en el canal cuando el agua del Lozoya escaseaba, en el año 1860, se prolongó el canal de suministro unos seis kilómetros aguas arriba del Pontón de la Oliva, donde mediante la construcción de una pequeña presa (Navarejos) fue posible derivar el caudal del río a través del canal. No obstante al carecer esta presa de capacidad de regulación, en los estiajes, el agua que circulaba por el río era insuficiente para satisfacer la demanda. Para solucionar el problema se procedió a la construcción de la Presa del Villar, antes mencionada, donde se almacenaba el agua, que en las épocas de estiaje se vertía al cauce del río, circulando por él hasta Navarejos, desde donde se derivaba hacia Madrid. Esta solución permitió garantizar el suministro de agua a Madrid en los años siguientes. 

El primer depósito es soterrado, era una gran explanada que desde 1850 se empleaba como lugar de ejecución de los reos condenados a muerte, en la actualidad es un espacio delimitado por las calles de Bravo Murillo, Cea Bermúdez, Boix y Morer, y Avenida Filipinas. Este depósito es concebido por el ingeniero Juan de Ribera Piferrer como una cisterna romana, una inmensa sala hispóstila que consta de 524 pilares de forma rectangular, dividida en dos vasos contiguos totalmente independientes con el objeto de permitir el vaciado alternativo que exigían las labores de mantenimiento y limpieza de fondos. El soterramiento del depósito permite que para los madrileños sea un área verde sin arbolado. En la calle de Bravo Murillo se pone una fuente que posee un caño y tres figuras alegóricas del río Lozoya, la Agricultura y la Industria, es de estilo neoclásico tardío y las figuras son obra de Sabino de Medina, Andrés Rodríguez y José Pagniucci. La fuente fue denominada popularmente como la de los patos.

En 1865 se construye otro depósito para minimizar la escasez de agua en los periodos estivales. El tercer depósito se construyó en el área que quedaba del "Campo de Guardias" y que no era ocupado por el primer depósito. Entre 1893 y 1897 se construyó el volumen del vaso. En 1900 se consolidó el suelo y se concedió la obra al ingeniero José Eugenio Ribera. El 8 de abril de 1905 la cubierta se vino abajo, hubo 30 obreros muertos y 60 heridos. Desde los periódicos se acusó al ingeniero. Uno de los defensores de Ribera, José Echegaray, describe como principal causa del derrumbe: la ola de calor existente ese año en Madrid, el excesivo calor dilató los nervios de acero del hormigón. A pesar de todo, el tercer depósito se finalizó en 1915. Entre 1910 a 1911 se construye el depósito elevado de Chamberí, junto al segundo depósito, poniéndose en funcionamiento el 15 de noviembre de 1911, se restaura en el año 1986 y acaba siendo una sala de exposiciones de la Comunidad de Madrid. 

Un nuevo depósito se inaugura el 19 de julio de 1952. Construido en hormigón, destaca sobre la plaza Castilla. A partir de una orden del 10 de agosto de 1954 los pantanos de El Vado y del Pozo de los Ramos son gestionados por el Canal de Isabel II y este último se une por el Canal del Sorbe al Canal del Jarama. Este último terminado en 1960, lleva el agua a Madrid desde el Embalse del Vado. 


En el año 1967 se pone en funcionamiento la primera estación de tratamiento de agua potable ubicada en Torrelaguna. En 1972 se incorpora al Canal el agua procedente del Embalse de El Atazar, que pasa a ser la presa más importante del sistema de abastecimiento a la Comunidad de Madrid. En el año 1977 Canal pasa a ser una empresa pública dependiente del Ministerio de Obras Públicas. En el 2009 el Canal de Isabel II ya abastecía a una población de seis millones de personas y disponía de catorce embalses, ochenta y un captaciones de aguas subterráneas, veintidós grandes depósitos reguladores y doscientos cuarenta de menor tamaño; dieciocho estaciones de elevación, doce plantas de tratamiento de agua potable, cerca de catorce mil kilómetros de red de distribución, quinientos kilómetros de grandes conducciones, ciento cincuenta estaciones depuradoras de aguas residuales y cinco mil kilómetros de alcantarillado y cerca de setecientos kilómetros de colectores. En agosto de 2010 se abre el que será el primer laboratorio de Aguas Depuradas del Canal de Isabel II, este laboratorio atiende y vigila la salubridad de las estaciones de depuración. 

Este mismo año conecta con el río Tajo, inaugurándose oficialmente el 30 de noviembre de 2010 la ETAP del Tajo, en Colmenar de Oreja, encargada de potabilizar el agua procedente de este río. Por primera vez el Canal de Isabel II usa tecnología de ósmosis inversa, similar a la utilizada en la desalinización del agua de mar, en el proceso de potabilización. Ello es debido al alto contenido de sulfatos presente en el agua procedente de este río, de características muy diferentes a las provenientes de la sierra madrileña tradicionalmente utilizadas en el abastecimiento.

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