Castillo del Papa Luna de Castellón


Tal mes como este septiembre, tras un verano cálido, húmedo y sofocante de hace bastantes años, tenía unos días libres y decidí junto con mi familia hacer una excursión. Empezó, para no variar, la discusión. Playa, montaña, algún sitio especial. Y entonces después de muchas dudas, mi mujer dijo la palabra mágica: Peñiscola.

-¿Eso qué es?, dijo alguien.

-Vaya rollo, dijo el marchoso de turno.

-Pues una playa con un pueblo pintoresco y un castillo medieval., dije yo, sacando pecho.

Y como no podía ser de otra manera, acabábamos de salir de la dictadura, se acabaron las dudas. Pasado mañana saldríamos para Peñiscola.

Voy a obviar los preparativos. La verdad es que yo solo me encargue del transporte, el resto como aún estaba declarado el Emirato Independiente en mi casa (os prometo que Ikea me lo ha copiado), se encargó mi encantadora mujercita.

Y llegó el día. Salimos temprano y en poco más de hora y media estábamos en Peñiscola. Recepción en el Hotel (no diré su nombre pues no me han querido financiar nada, por más que lo intenté) y tras las consabidas peleas de los críos (tres), por las camas, el sitio en el armario, las perchas, etc., acabamos de instalarnos.

Quizás, otro día, si los descendientes de aquellos tres hijos nuestros que discutían continuamente, me dejan es posible que os describa Peñiscola, o sus playas. Hoy me apetece hablar de su Castillo. El Castillo del Papa Luna, del que cuenta la leyenda que vaga por el Castillo, asomándose a las ventanas y repitiendo sin cesar la frase que le caracterizó: "el verdadero Papa soy yo".


Sé que sabéis perfectamente quien era el Papa Luna y su historia, pero por si a alguno hay que refrescarle la memoria (en algunos casos los años no perdonan) os diré que Pedro Martínez de Luna, llamado el Papa Luna y conocido como Benedicto XIII nació en Zaragoza (amigo Luis Benedicto Semper, paisano tuyo), en el castillo de Illueca en 1328. A la muerte del Papa Gregorio XI, se reúne el conclave, seis meses estuvieron discutiendo los cardenales, y al final el lio. Unos eligen a Bartolomé Prignani (Urbano VI) y otros a Robert de Ginebra (Clemente VII), que traslada la sede pontificia a Aviñón y la lía parda. Al morir Clemente VII, es nombrado Pedro de Luna (Benedicto XIII) y para arreglar el desastre hubo que nombrarle: presbítero, obispo y papa. 

El Papa Martino V, excomulga a Benedicto XIII y este en un arranque de soberbia, se encierra en Peñiscola desde 1411 hasta el 29 de noviembre de 1422, en que murió con 94 años e edad. Al embarcarse en Colliure se desató una tempestad, Benedicto XIII en la proa de la galera invocó al cielo, la tempestad se calmo y el exclamó: "soy Papa". Murió abandonado por todos, excomulgado y hereje. Toda su corte papal fueron cuatro cardenales y su sobrino.

A los pies del castillo una figura de bronce realizada por el escultor bilbaíno Sergio Blanco nos recuerda a este personaje.

Aquí tomamos la decisión de hacer una visita al castillo, dejando para la tarde/noche la visita al mercadito de "cosas" que entonces, no sé si en la actualidad se sigue poniendo, se ponía adosado a la muralla.

El castillo es una construcción gótica, con un estilo cisterciense. Los muros son de piedra labrada, con un perímetro de 230 metros y una altura media de 20 metros. Es una construcción sobria y solida y encontramos muy interesante la austeridad y severa proporción de la Basílica de los Templarios. La fachada principal tiene una única puerta de acceso, con un arco de medio punto y flanqueada por dos torres cuadradas, una de ellas derruida durante la guerra de la Independencia. Pasada la puerta hay un zaguán que nos traslada al cuerpo de guardia, enfrente los antiguos establos y una escalera de acceso, muy empinada que nos llevó, tras recuperar la entrecortada respiración, a la plaza de armas, esta tiene en su frente una impresionante balconada sobre el mar y el acantilado. A un lado y a otro, la iglesia, el salón gótico y en la torre las dependencias papales.


La Basílica utilizada tanto por Benedicto XIII como por su sucesor Clemente VIII como basílica pontificia, tiene las características constructivas del resto de estancias. El presbiterio está formado por un ábside semicircular cubierto con una media cúpula de cascarón encumbrada sobre un arco toral y un pequeño ventanal situado en el centro del ábside que ilumina el espacio.

Otra empinada escalera, pero esta vez en descenso nos llevó al Salón del conclave, en este salón, el día de la muerte del Papa Luna, los cuatro cardenales elegidos por éste, nombraron a su sucesor. Una puerta nos conduce a las antiguas mazmorras. Curiosa la proximidad de las mazmorras y el salón del conclave. ¿Una advertencia, quizás?

Al Palacio Pontificio se accedo por otra empinada escalera, no podía ser de otra manera, desde el patio de armas. En realidad es la Torre del homenaje, dividida en tres plantas. En la planta inferior la biblioteca con más de mil volúmenes que pasaron a diversas bibliotecas, entre ellas la del Vaticano. En el piso superior, el estudio, que al parecer era la estancia preferida del Papa Luna.

El castillo está rodeado por la muralla, con tres puertas: Sant Pere o del Papa Luna, mandado construir por éste en 1414, por el arquitecto Filibert Bertalla; Portal Fosc (portal oscuro) o de Felipe II, construido en 1578; y la puerta de Santa Maria, mandado construir en 1754 por Fernando VI. No hay constancia de las construcciones árabes. Las murallas se elevan por el sur 9 metros sobre el nivel del mar.


La muralla renacentista se construye en el siglo XVI durante el reinado de Felipe II bajo diseño de J.B.Antonelli, que introdujo todo lo necesario para los nuevos medios de defensa, tales como la artillería.

Cabe destacar algunas de las inscripciones que figuran en sus muros:

- "Reinando el siempre vencedor don Felipe II y su lugarteniente y capitán general de este Reino de Valencia Vespasiano Gonzaga Colona, príncipe de Sabioneda, duque de Trayeto, marqués de Hostiano, conde de Tundi y de Rodyco. Anno MDLXXVIII"

- "Triunfante el héroe no menos con arte que con fuertes armas, Gonzaga rodeó el peñón con gigantesca muralla, demolió estas sílices, estas rocas, y fabricó sillares, levantando los muros que manan agua, hizo cosas licuescentes, es decir, con canalillos para conducción de aguas potables, para derrotar más fácilmente a los indómitos enemigos. Como merecidamente se domina la tierra, así siempre las aguas. Anno MDLXXVIII".

- Esta inscripción figura en el lienzo de la muralla del Olvido y dice en latín: "Reinando Felipe II, rey óptimo, máximo de las Españas y de las dos Sicilias, de Jerusalén y del mundo occidental. Año 1578".

Y así cansados de tanta escalera en pendiente. pero contentos por haber conocido esta parte de nuestra geografía y de nuestra historia, volvimos al Hotel (de cuyo nombre no quiero acordarme) para cambiarnos de ropa y bajar a la playa.

Espero no haberos cansado con este relato.


Para la realización del artículo se han utilizado diversas fuentes. Las imágenes de Pinterest.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares