Palacio Ducal de Gandía o de Los Borja en Valencia

Hemos de remontarnos a los orígenes, retrocedemos a 1323, año en que el rey de Aragón Jaime II el Justo, concede el señorío de Gandía a su hijo el infante Pedro, conde de Ribagorza. Este señorío será heredado por el hijo de Pedro, Alfons IV el Viejo, y es el rey de Aragón Martín el Humano quién lo eleva a Ducado Real en 1399. Como enseña de su nueva condición social, Alfonso IV construye un primer palacio.

El cardenal Rodrigo de Borja, futuro Papa Alejandro VI, compra a Fernando el Católico, el Ducado de Gandía, para su hijo natural Pedro Luis de Borja, convirtiéndose en el Primer duque de Gandía, dentro del linaje de los Borja, y empezando un periodo de esplendor del Ducado de Gandía y de la familia Borja o Borgia, en Italia. Los sucesivos duques de Gandía del linaje Borja, ampliarán y reformarán el palacio, convirtiéndolo en uno de los palacios más importantes del Reino de Valencia. 

En 1740 fallece el XI Duque de Gandía, Luis Ignacio de Borja Centelles, y la titularidad del ducado pasará a sus parientes más próximos, los duques de Benavente, comenzando así un nuevo periodo en el Ducado de Gandía.

Es tras la muerte en 1882, en Bélgica, de Mariano Francisco Téllez-Girón y Beaufort Spontin, XVI duque de Gandía y XII duque de Osuna, cuando lo jesuitas adquieren, en subasta pública en 1890, el Palacio Ducal, que se encontraba prácticamente en ruina.

En el actual palacio, encontramos varias fases: un origen gótico, de los siglos XIV y XV; un periodo borgiano, obras realizadas hacia el siglo XVI; transformaciones barrocas de los siglos XVII y XVIII; y por último neogóticas de finales del siglo XIX y principios del XX, 


llevadas a cabo por la Compañía de Jesús. Pocas cosas quedan del primitivo origen gótico: la distribución de la planta del palacio, el cerrojo del portal de entrada, la galería interior situada bajo el alero, y una ventana ajimezada situada en el patio central. Del linaje de los Borja encontramos sobre la portada de entrada, el escudo; y de las restauraciones del siglo XVII, los balcones de la fachada, las nuevas salas, la galería exterior debajo del alero y la decoración pictórica barroca de la fachada, hoy desaparecida.

El palacio tuvo su origen en las reformas efectuadas por Alfons el Vell, sobre una anterior edificación adosada a la muralla que rodeaba la ciudad, construida por su padre Pedro de Ribagorza o de Aragón. El edificio actual consta de una planta trapezoidal irregular, en torno a un gran Patio Central, destacando la escalera principal, adosada a una de las crujías y formada por dos tramos. Esta escalera lleva a la Sala de las Coronas una de las más importantes del palacio. Sobre la escalera una ventana trífora de arcos lobulados propia de la arquitectura gótica de la corona de Aragón, única original de las primitivas ventanas del palacio mandado edificar por Alfons el Vell. 

Dos fachadas recaen a la vía pública, las otras dos no son visibles desde el exterior: la principal, donde se encuentra la portada de entrada y la fachada lateral (a la izquierda según se entra) en cuya parte alta destaca un alero con ventanas de época renacentista, y en la cual encontramos una puerta que da acceso a la actual iglesia de la Compañía de Jesús. La fachada principal obedece a las transformaciones realizadas en el siglo XVII y consta de planta baja, entresuelo, piso principal con seis balcones apoyados en tornapuntas y una planta alta con galería de arquillos de medio punto. Los balcones sustituyeron a las anteriores ventanas góticas. 

Se accede al Palacio por la fachada principal, acceso formado por un arco de medio punto enmarcado por una gran moldura a modo de alfiz, en cuya parte superior figura esculpido en piedra el escudo de los Borja y Oms. Se compone de las armas de ambas familias, un toro pastando por los Borja y tres fajas horizontales por los Oms y sobremontado por la corona ducal, un yelmo y cimera en forma de león, dos ángeles tenantes sostienen el escudo. Flanqueando el escudo vemos dos deterioradas figuras humanas con mazas, sobre ménsulas decoradas. Junto a la cimera también podemos ver una doble corona ducal de los Borja ya que una segunda debió desaparecer en algún momento de la vida del palacio, pero se adivina su presencia por las marcas dejadas en la piedra. Este escudo del siglo XV vendría a sustituir al anterior formado probablemente por los palos de la Corona de Aragón. 

Este entronque Borja-Oms tuvo lugar con la unión de Roderic Gil de Borja, bisabuelo del papa Alejandro VI, con Francisca de Oms-Fenollet. Las armas de los Borja son un toro pastando de gules (rojo) sobre un campo de oro (amarillo). Las armas de los Oms, están formadas por tres fajas horizontales de sable (negro) en campo de oro (amarillo).

La puerta de entrada al palacio es una de las partes más antiguas del mismo, destacando la existencia del cerrojo original que todavía está en uso, y en el cual se pueden observar los palos de la Corona de Aragón. Al traspasar la portada entramos en un zaguán con un artesonado de madera decorado con piezas de nácar y hueso. Desde aquí accedemos al gran patio de armas, alrededor del cual giraba toda la vida del palacio. Este zaguán se abre al patio interior a través de un gran arco escarzano de la primitiva construcción. Bajo la escalera principal hay tres huecos de distintos tamaños, formados por arcos apuntados; en el central encontramos un pozo de agua y en el de la derecha un gran escudo en cerámica policromada, con los diversos entronques nobiliarios de la familia Borja; en las paredes laterales de este arco, flanqueando el escudo, encontramos dos altorrelieves realizados en yeso que se apoyan en ménsulas y que representas dos parábolas del Nuevo Testamento. Uno de ellos representa la parábola del hombre cuerdo y el hombre necio; el segundo hace alusión a la parábola donde Jesús reprende a escribas y fariseos. 

Además del patio de Armas, el palacio dispone de otro patio, conocido como el de "las cañas", por estar mayoritariamente construido con cañas de bambú. También se le conoce como de la Cisterna.

Desde el Patio de Armas accedemos a las distintas salas y capillas del palacio:

Subimos por una pequeña escalera, situada a la izquierda del patio según se entra que da acceso a una pequeña habitación conocida como Cámara de la Duquesa. En ella encontramos una recreación de principios del siglo XX con la cama donde nació un 28 de octubre de 1510 San Francisco de Borja. Es una habitación con tres arcos apuntados de estilo neogótico que dividen la estancia en dos crujías. La sala realizada con sillares de piedra artificial, conserva sin embargo un pavimento de azulejos de Manises de los más antiguos del palacio pues está fechado en el siglo XV con dibujos moriscos en azul y blanco de los conocidos como "encadenats". 

A continuación pasamos al Salón de Águilas, es un salón rectangular que recibe su nombre, por el friso dorado que recorre la parte alta y que tiene como elementos decorativos principales, águilas y granadas. Era la antigua Sala de San Miguel. En el centro del techo vemos un gran florón, donde colgaba la lámpara que daba iluminación al salón. Tanto este elemento central como el friso de águilas están realizados en yesería y dorado con pan de oro. Se fecha su construcción a finales del siglo XVII o principios del XVIII. 

Seguimos y entramos en una habitación, habilitada como comedor del palacio. Se trata de una pequeña habitación con azulejos en sus paredes, una mesa central y diversos utensilios utilizados en las cocinas de la época. 

A continuación pasamos a la Sala Verde, llamada así por los azulejos de sus paredes en los cuales predomina el color verde. También de este color es la decoración que viste la sala. En esta habitación podemos encontrar unos manuscritos originales de San Francisco de Borja debidamente protegidos por una urna de cristal.

Llegamos a continuación al Salón de Coronas, llamado así, por los elementos decorativos del techo, formado por la doble corona ducal de los Borja que llena todo el artesonado del techo. También en el suelo podemos ver representada la doble corona ducal. En este salón podemos destacar el zócalo de azulejos valencianos del siglo XVI que decoran sus muros aunque la gran mayoría de ellos son reposiciones efectuadas a principios del siglo XX. Se trata de una gran habitación rectangular que cumplía las funciones de salón de reino, aquí se recibían las audiencias, se tomaban las decisiones de estado y se despachaban los asuntos más importantes en tiempos del IV duque de Gandía. Construida entre 1544 y 1545 sobre tres salas más pequeñas del siglo XIV; San Francisco de Borja, IV duque de Gandía amplió las salas y elevó el techo con una techumbre de madera decorada con numerosas dobles coronas de donde toma el nombre la sala. La habitación está iluminada por ventanas góticas con asientos de piedra de los llamados festejadores. Esta sala asoma al Patio de Armas y al río Serpis. En su interior y desde estos balcones podemos observar las pinturas murales exteriores que adornan la fachada exterior del salón dorado. Presidiendo la sala podemos ver un gran retrato de Francisco de Borja como duque de Gandía, realizado por el jesuita Martín Coronas a principios del siglo XX. 

Por una puerta muy decorada, entramos en el Salón dorado o Galería dorada. El inicio de la construcción se sitúa en torno al año 1671, año en que Francisco de Borja es canonizado por el papa Clemente X. De modo que su construcción bien pudiera ser un homenaje por la canonización del santo de la familia Borja. El impulsor de la obra es el X Duque de Gandía, Pascual Francisco de Borja-Centelles y Ponce de León. La obra quedó finalizada alrededor del año 1713 según indica uno de los medallones de la sala. Su proyecto y diseño corresponde a Leonardo Julio Capuz. Recibe este nombre por la riqueza decorativa que adorna todo el salón, tanto por la utilización de los dorados como por rica policromía de sus puertas y ventanas. Decoración a base de rocallas, dorados y otros elementos del barroco del momento (cartelas, acantos, grutescos, hojarasca etc.). Este salón era usado como salón de fiestas, es una gran habitación rectangular dividida en cinco salones, separados por cuatro puertas o cancelas de madera las cuales tienen la particularidad que son movibles, por lo que bien podían cerrarse individualmente o bien abrir todas las puertas lo que dejaba todo el salón diáfano. En cada dintel de separación y en el centro de un óvalo dorado, encontramos retratos de jesuitas de la Compañía de Jesús. En el techo pinturas al temple sobre lienzos llevadas al techo en lugar de pinturas al fresco y en el suelo se ha recuperado parte del pavimento original, frente al moderno, lo que da pie a un interesante contraste en cuanto a la calidad de los solados. La decoración


predominante en la primera sala es a base de adornos heráldicos, Sala heráldica de la familia Borja, la segunda sala con decoración barroca, Sala ornamental, la tercera sala recoge decoración relativa a la canonización de San Francisco de Borja. La cuarta sala se decora con elementos relativos a la Sagrada Familia, Sala de la Sagrada Familia, con un gran lienzo en el techo de la Sagrada Familia y la Santísima Trinidad. La quinta y última es conocida como Sala del Cielo y la Tierra. En el suelo de esta habitación encontramos un pavimento cerámico con una alegoría de la humanidad. Este pavimento alegórico de la humanidad está datado a principios del siglo XVIII, es el único que se conserva original, está formado por unas 1.500 piezas, los colores utilizados son principalmente el azul, el amarillo y el verde. Se trata de una ornamentación de cerámica de Manises del siglo XVIII, referida a los cuatro elementos (aire, tierra, mar y fuego) y en el centro el Sol. Es conocido como mosaico barroco de los cuatro elementos o pavimento de los cuatro elementos. En el techo de esta quinta sala encontramos un gran lienzo pintado al temple obra de Gaspar de la Huerta. Realizado en el siglo XVIII es una exaltación a la familia Borja, con la glorificación de San Francisco de Borja. Es de destacar la decoración pictórica de los muros exteriores de esta sala, desarrollados a base de ornamentación vegetal en los entrepaños de los balcones y decoración de cenefas, volutas, jarrones y apilastrados de color almagra y gris en el resto de la fachada. También destacamos las cubiertas protectoras de los balcones a base de tejas vidriadas con tonalidades azuladas y blancas en contraposición a los colores blancos y verdes del tejado de la sala. En todo su perímetro exterior dispone de un total nueve balcones con tejaroz y suelo de azulejos. 

Entrando por una puerta situada a la derecha al fondo de la sala, entramos en la capilla neogótica del palacio. De estilo neogótico realizada en la primera mitad del siglo XX tiene un cierto aire de estilo bizantino. Es de destacar la cúpula nervada de vivos colores azulados con estrellas doradas y el retablo de la capilla, junto con los dos iconos situados a su izquierda y a su derecha. Los muros se decoran con imágenes de santos y atributos de santos realizados por el hermano Martín Coronas. Esta sala era el antiguo despacho del IV duque de Gandía, San Francisco de Borja, que fue transformada en 1896 como capilla por la Compañía de Jesús. Siguiendo nuestro recorrido nos encontramos con una pequeñísima habitación, que era la residencia de San Francisco de Borja, cuando ya era jesuita que a su vez enlaza con la llamada Santa Capilla. 

La Santa Capilla, era la antigua celda-oratorio de San Francisco de Borja. El techo tiene forma de ataúd. Según la tradición tiene su origen en el hecho ocurrido en Granada, cuando vio el cuerpo de la emperatriz Isabel de Portugal en descomposición, que motivó el abandono de la vida mundana por la vida eclesiástica. Según se cuenta, al destapar el féretro y ver el estado de descomposición de la fallecida, juró no servir más a ningún amo que pudiera morir, por lo que se incorporó a la Compañía de Jesús una vez falleció su esposa y después de haber dejado en orden todos los asuntos terrenales de su ducado y de su familia. El pavimento es original del siglo XIV y por tanto anterior al santo. Las grisallas de las paredes representan los quince misterios del Rosario y son obra de Filippo Paolo de San Leocadio (hijo de Paolo de San Leocadio) aunque fueron muy retocadas por el hermano Martín Coronas. Su actual configuración como capilla es de finales del siglo XIX.

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